𝕱𝖆𝖒𝖎𝖑𝖎𝖆

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Canción ideal: Don't go breaking my heart – Elton John & Kiki Dee

—Tu barba pica —suspiró una vez más al sentir como sus labios volvían a pegarse en su cuello.

Rafael quería absorber su piel y dejar una marca que demostrara el regreso de su presencia a su vida, pero eso solo se vería sospechoso al resto de habitantes en la casa. Quienes aún permanecían al otro lado de la habitación.

—Me puedo afeitar —susurró y refregó su nariz con la suya.

Ella bajó la mano que antes rodeaba a su cuello para instaurarse en su pecho, sintiendo el tamboreo. El aire que uno expulsaba era absorbido por el otro, sus bocas estaban tan cercas que solo bastaba de un pequeño empujón para besarse.

—Déjala así, me gusta —sonrió y él respondió de la misma manera—. Eres demasiado hermoso.

—¿Te gusto?

Liliana se mordió el labio y asintió varias veces con la cabeza. Se sentía libre al hacer esa confesión y al no tirar una gran mentira, porque el gusto que se sentía hacia él iba más allá.

Múltiples espasmos se instauraron cerca de su entrepierna al ver cómo se mordía su labio, que se veía muy apetecible.

—Demasiado —confesó y acarició su pecho sobre su playera, permitiéndose sentir la tela algo suave por el material del que estaba hecho: algodón.

Tal confesión le hizo sonreír aún más, de manera que su sonrisa brillara y resplandeciera por la luz del sol que entraba por la ventana. Era un día agradable, como lo solía ser en Culiacán.

Fue el turno de Rafael de soltar un gran suspiro en el que el aire liberado contenía todos sus deseos callados, aunque había uno que no lo haría.

Agarró su rostro con ambas manos y acarició su suave piel con las yemas de sus pulgares. La pregunta de si ella era real fue constante y al sentir el calor que le transmitía por todo su cuerpo le confirmaba que así era.

Debido a que se miraban a los ojos, podían leer los sueños más profundos dentro de sus almas, cayendo en el resultado que compartían el mismo sueño. Hasta que él desvió la mirada y observó sus labios entreabiertos, incluso alcanzó a ver su lengua rozar con su labio inferior. Se estaba conteniendo de hacer lo que quiso desde el momento que se reencontraron.

—¿Te puedo... besar?

La manera en que su voz se escuchó tan ronca y más el hecho de que se dio cuenta de lo cerca que estaban, hizo que Liliana sufriera de un placentero estremecimiento de pies a cabeza.

Asintió lentamente y cerró los ojos al instante, para esperar de forma expectante el momento en que Rafael decidiera acercarse.

Él inhaló con fuerza una última vez para retomar el control sobre su cuerpo y no hacer algo que la pudiera molestar. Fue acercándose con bastante lentitud, o así parecía, ya que podían afirmar que el tiempo se detuvo en ese momento.

Nada importaba más que ellos dos en esa pequeña cocina y el calor de sus cuerpos, junto con el sol, los hacía arder en llamas.

Fue un roce delicado, casi como si besara una flor y tuviera miedo de hacerla marchitar, pero que fue suficiente para que se desinflaran por completo. Liliana afirmó su agarre sobre la tela para apretujarla y jalarlo más hacia ella.

Un simple roce les despertó más que otros besos que habían dado a lo largo de sus vidas. El conjunto de sensaciones que los recorrían solo segregaba dopamina a sus sistemas y esa corriente eléctrica tan conocida para ellos los atravesó cuando presionaron sus labios aún más.

𝘾𝘼𝙍𝘼 𝙇𝙐𝙉𝘼 | 𝕽𝖆𝖋𝖆 𝕮𝕼 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora