𝕾𝖎

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Canción ideal: Neutron Star Collision - Muse

Veían con demasiada frecuencia al teléfono fijo. Ninguna de las dos podía dejar de mirar el objeto, trataban de disimularlo, pero no eran buenas en ello.

Iris terminó de comer su espagueti y limpió su boca con la servilleta despistadamente, ni siquiera se dio cuenta de los restos que aún permanecían en la comisura derecha de su labio. Dejó los platos sucios sobre la mesa. Liliana le habría regañado de no ser porque la entendía por completo, ella igual estaba ansiosa de escuchar su voz.

Tenían que conformarse con escucharse a través de los aparatos viejos y con una señal inestable. Aunque eso era mejor a no saber nada de nada por todo un mes.

—Papi —chilló.

Su mundo se transformaba en uno alegre por ese simple gesto. Rafael sonrió de inmediato y dejó el tenedor sobre su plato.

—Princesa, ¿ya terminaste de comer?

—Sip.

Iris le contó el platillo que Liliana hizo para ella.

—¿Cómo te fue en la escuela? Tu mamá me dijo que vas a exponer para el Día Mundial de la Paz.

—Solo voy a decir una efeméride. Y bien, aunque ya se acercan los exámenes.

—Sabes que te puedo ayudar con Ciencias Naturales.

Agarró de nuevo su tenedor y llevó el pedazo de pollo a su boca. Le supo a gloria. No había comido nada en toda la mañana por tratar de vender todo en el mercado. Pero siempre esperaba a ese momento del día por obvias razones.

Mantenían la misma rutina desde que se separaron y la cumplían sin falta. Nada era más importante que tener esa llamada telefónica.

Escuchó todo lo que su niña tenía por contarle. Al terminar de comer, se recostó sobre la pared para seguir con la llamada. Hacía comentarios cuando podía hacerlo, debido a que Iris era igual o más parlanchina que él.

Liliana acarició su cabeza cuando pasó a su lado para ir a dejar los platos sucios en el lavabo de la cocina. Al regresar, se sentó en un taburete contiguo al de la niña.

—¡Hola! —gritó al teléfono y acercó su oído para escuchar la respuesta.

—¿Es la bonita de tu mamá?

Ella se sonrojó y rodó sus ojos. Eran un poco más abiertos para expresar lo que sentían, pero seguían limitándose.

—Aquí está. Dice que quiere hablar contigo —mintió—. Yo tengo que hacer tarea.

—Si necesitas ayuda, me llamas.

—Sip. Hablamos después, papi.

Con eso, le entregó el teléfono a Liliana y se bajó de su asiento en un salto. Llevó consigo su mochila a su cuarto y escuchar música mientras hacía los deberes.

—¿Sigues ahí? —preguntó.

—Podría quedarme toda una vida, pegado a ti, Liliana.

Ella jugó su labio con su dedo índice. Una sonrisa danzaba en su rostro. Había encontrado un gran placer en esas llamadas telefónicas. Aunque no podía verlo, ni tocarlo. Nada más escucharlo e imaginar que se sentiría si él estuviese ahí.

—Me imagino que después de todo lo que te contó Iris, no querrás escuchar más... —Rafael trató de contradecirla, pero ella siguió—. ¿Cómo estás?

—Extrañándolas. ¿Eso cuenta?

—Ya te dije que puedes venir en cualquier momento y así dejar de extrañarnos. Porque yo también lo hago. Mucho.

𝘾𝘼𝙍𝘼 𝙇𝙐𝙉𝘼 | 𝕽𝖆𝖋𝖆 𝕮𝕼 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora