𝙲𝙰𝙿𝙸𝚃𝚄𝙻𝙾 𝟿

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Canción ideal: ɪᴛ ᴡɪʟʟ ʀᴀɪɴ - ʙʀᴜɴᴏ ᴍᴀʀꜱ

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Canción ideal: ɪᴛ ᴡɪʟʟ ʀᴀɪɴ - ʙʀᴜɴᴏ ᴍᴀʀꜱ

Después de que la alarma sonará, Rafael no pudo volver a conciliar el sueño. Su cuerpo y cerebro estaban en un trance de alerta. No entendía qué peligro era el que se acercaba. Era parecido al que experimentó cuatro años atrás, cuando los cultivos de Badiraguato dejaron de serlo. Era un sentimiento de angustia e incertidumbre por el futuro. Algo extraordinario.

Su vida comenzaba a parecerse a las películas que veía, porque tenía todo lo que quería. Se estiró en la cama y destapó su cuerpo semidesnudo para dirigirse al baño. Allí, tocó su pecho, para tratar de calmar el dolor que se instalaba en él.

—Me gusta esto.

La piel le quemaba al recordar su tacto. Uno tan simple, pero que ya despertaba en él un sentimiento inexplicable, tan diferente y el cual no había experimentado antes.

—¿Qué te gusta de mí? —Recordó la pregunta que le hizo.

Si ella la hubiera realizado, su respuesta hubiera sido: Todo. Porque le gustaba Liliana de pies a cabeza. Probablemente, la única mujer que le gustaba de esa manera. Porque a Rafael le era muy fácil quererla.

Le fascinaba su piel morena, que combinaba con la suya. Su largo cabello, el cual caía como cada sobre su espalda y del que podía acariciar y peinar por horas. Tenía un bello rostro que gritaba inocencia en todo momento, sobre todo cuando un suave sonrojo pintaba sus mejillas. Tampoco negaría que sus curvas lo llevarían a la perdición. Ya había visto a su cuerpo brillar bajo la luz de la Luna, solo quería verla reflejada por la luz del Sol.

Por eso le pidió que dejaran de esconderse. Ya no podía ocultar ni sus pensamientos, miradas o acciones. Lo tenía hechizado completamente, y no entendía el poder que Liliana tenía sobre él. Ninguno de los dos lo hacía.

Había descubierto a su diamante. Y tal cual esa piedra preciosa, la vida la puso bajo presión hasta casi hacerla doblegar, pero se convirtió en lo que era. En la mujer que, a pesar de la tragedia, seguía manteniendo una sonrisa en el rostro. Con una fortaleza intachable y unas terribles ganas de ayudar a los demás.

Y ese pensamiento terminó en la verdad que necesitaba ser revelada.

—Ella lo tiene que saber tarde o temprano —murmuró.

Pensó que lo ideal era que fuera más tarde que temprano, ya que de esa manera podía convencerla de que se quedara a su lado. Era fácil querer a Liliana. Y Rafael ya lo hacía.

Después de alistarse, bajó a desayunar. Las miradas del personal sobre él eran incómodas. Hablaban entre susurros sobre él. El rumor de Liliana y Rafael corrió como la pólvora entre las muchachas.

—Doña Rosa —dijo al momento de que se acercó a servirle su comida. Ella levantó la mirada, asustada, y la disimuló con una de atención—. ¿Qué les pasa? —Señaló a las muchachas.

𝘾𝘼𝙍𝘼 𝙇𝙐𝙉𝘼 | 𝕽𝖆𝖋𝖆 𝕮𝕼 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora