42.- Ausencia

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Habían internado a ambos en el mismo cuarto por petición de ellos. Sabían que ya no pasarían la noche y querían morir juntos.

- ¿Abuelo? -murmuró Rōnin- Abuelo, por favor, por favor no te vayas. No se vayan.

- No nos queda mucho tiempo... -dijo él.

- Precisamente por eso necesito que me escuchen. Perdónenme, por todo lo que hice y lo que no, por dejar sola a mi hermana por tanto tiempo. Si esa noche yo hubiera estado ahí tal vez mamá...

- Deja de culparte por eso. -ordenó Kairi- Cuídense. Cuídala. Ahora ella es todo lo que tienes, y tú lo único que tiene.

- Sean buenas personas e inteligentes. Superen sus fantasmas y suelten los costales que cargan. -susurró Yuudai.

- Abuelo, perdóname. -por fin habló ella- Perdóname por mentirte siempre, perdóname por no decirte que fui yo la que le disparó a Rōnin. He cometido un montón de errores y... -las lágrimas no la dejaron hablar más- Perdónenme. Por favor denme su perdón.

- Yo no tengo nada que perdonarte.

- ¡Gracias! Abuelos gracias, gracias por cuidarme, gracias por no dejarme sola. Abuela... -Con los ojos llenos de lágrimas suplicó perdón, aunque también brillaba la gratitud- Abuela...

- Raku, por el amor de Dios, cállate. Tienes qué saber qué...

La máquina que marcaba el pulso de su abuelo comenzó a hacer un ruido extraño. Ya no estaba latiendo su corazón, al notarlo, su abuela comenzó a respirar hondo pero pasó exactamente lo mismo.
Los doctores entraron a la sala y trataron de reanimarlos, pero ya no había nada que hacer.
Se dejó resbalar por la pared hasta chocar con el piso, unas manos fuertes y grandes la rodearon era Draken, intentando ponerla de pie, se acurrucó sobre él intentando calmar su malestar, pero nada la iba a quitar el dolor por el que estaba pasando. Sus abuelos ya no la cuidarían más, ya no habría más regaños ni comida caliente, no más chistes o sermones, ya nadie confundiria los nombres de su amigos.

***

Las semanas ya habían pasado, había digerido el dolor y aunque estaba triste, sabía cómo canalizar su dolor.
Según lo que los médicos explicaron Kairi sufrió un ataque de asma y Yuudai como reacción se alteró tanto que su corazón pagó las consecuencias. Su muerte había sido "natural", y eso la ayudaba a sobrellevar su ausencia.

- Voy a empezar a preocuparme. -dijo ella- El abogado dijo que no puedo seguir viviendo sola, al menos hasta que cumpla los 18 años.

- Ya no falta mucho, ¿no puede hacer una excepción?

- No, pero no quiero ir con mi hermano y los Haitani. -admitió- Me trae recuerdos poco agradables.

Se detuvieron en el puente del río, dónde se habían encontrado por primera vez, no faltaba mucho para el atardecer y desde ahí tenían una vista preciosa.

Ken suspiró aliviado, los colores del atardecer coloreaban a Raku que miraba con ilusión. Tenía una vista preciosa, disfrutaba verla. Sus ojos que con todo lo que había pasado seguían brillando, sus mejillas rosadas, sus labios tenían un poquito de brillo y esa nariz respingada que apuntaba al cielo.
No había nada más bello que observarla, eso quería hacer siempre. Ver ése rostro que había llenado de colores si vida.

- Puedo ser yo. -dijo aún viéndola.

- ¿A qué te refieres? -preguntó aún viendo el horizonte.

- Puedo ir a vivir a tu casa. De alguna forma soy representante de tus bienes legales, ¿no? Si se lo presentamos así al abogado él podrá hacer algo y el juez te dejará en paz.

Un Sentimiento Muerto en Un Corazón Roto. ||Draken x OC Female|| Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora