1.5.- Cuento de hadas

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Raku se miraba al espejo mientras se cepillaba el cabello, bostezó varias veces y miró cómo la raíz negra comenzaba a crecer. Tal vez ya se iba a deshacer del rojo.
La puerta de la habitación se abrió de golpe pegando un brinco, y antes de lanzar el florero que tenía en el tocador se percató que era Draken.
Estaba pálido y con la nariz roja, los ojos estaban llorosos.

— ¿Qué haces aquí?

— Aquí vivo. —respondió mormado. Luego pasó su vista por ella, no llevaba blusa, sólo un bonito brassiere negro a lo que ella se cubrió— ¿Y tú? —caminó hasta la cama y se dejó caer.

— Aquí vivo. —ambos se miraron y soltaron una risa.

— Estoy enfermo y me dieron el día. —estornudó y se hizo rollito con la cobija.

— A ver. —Raku se acercó a él tomando asiento en la orilla de la cama y puso la mano sobre su frente, hizo una mueca y del cajón sacó un termómetro que le metió a la boca— ¿Ves? Te dije que te llevaras suéter, estamos en plena temporada de lluvias.

— Deja de regañarme estoy malito. —el termómetro sonó y Raku lo tomó.

— Draken, estás hirviendo, tengo que bajarte la temperatura.

— Tal vez sería más fácil si te pusieras una blusa.

— Idiota. —soltó una risa y fue al ropero poniéndose una camisa de él— Voy a traerte medicamento.

La pelirroja salió de la habitación dejando a un enfermo Draken, agonizando según él, por su vida.
Al volver, Raku entró con medicina y jugo de naranja.

— ¿No se te hace tarde?

— No, llamé al taller y me dieron el día. Total, es sábado y, abre la boca —le metió un par de pastillas y le pasó el jugo— no tenemos mucho trabajo, no pasa nada. Quiero quedarme a cuidarte. —le deshizo la trenza y lo acarició— Ya te preparé el baño, ve a bañarte y regreso para cuándo salgas. Voy a hacerte un caldo de pollo.

— Eres un ángel.

— Sí, claro. —lo ayudó a ponerse de pie y le sacó la camisa— ¿Según quién?

— Cualquiera qué te conozca.

Mientras Draken se daba el baño, Raku bailaba de un lado a otro en la cocina lavando y cortando verduras para que su novio comiera.
Cuando estuvo todo listo, volvió a la habitación encontrándose con Draken en pants y sacando sudaderas del closet.

— ¿Ahora qué haces?

— Buscando con que taparme, tengo escalofríos. —Raku dejó la bandeja sobre el tocador y lo obligó a acostarse.

— No puedes taparte, vas a empeorar. —tomó el plato de sopa y se sentó junto a él— Abre la boca.

— Es qué tengo frío. —hizo un puchero y luego abrió la boca dejando que le diera de comer ella— No deberías cuidarme, te vas a contagiar.

— Lo hago con gusto, estamos juntos, ¿no? Somos un equipo, una familia, y esto hacen las familias. Además, así paso más tiempo contigo.

— Te amo. —dijo dando otro bocado.

— No más que yo.

Cuando terminó de darle de comer se acostaron, sin taparse. Su temperatura ya había bajado y tenía mucho mejor semblante que en la mañana que había regresado.

— Por un instante creí que moriría.

— Ken-chin, no puedes morir de una gripe. Además, su murieras primero que yo, jamás te lo perdonaría.

— ¿Crees qué me puedo dar ése lujo? Yo estoy aquí para cuidarte, aunque hoy haya sido al revés.

— Hoy y en muchas ocasiones durante el año y medio que llevamos viviendo juntos. Ya te lo dije, así funcionan las familias.

Draken se acurrucó en la cuenca de su cuello, rozando su nariz con este y Raku lo abrazó.

— ¿Sabes? Mi vida con Masaway era buena, pero aquí entiendo el verdadero significado de una familia.

— Me pasa lo mismo. —las frías manos de Draken entraron por debajo de su blusa— Supongo que así es tener una familia. Sin que la gente te grite, o te golpeé, sin sentirte una carga, sólo paz, calma y amor.

— Mucho, mucho amor. —siguió subiendo sus manos hasta llegar a su brassiere y jugar con los broches.

— Ken-chin, ¿ahora qué estás haciendo?

— Buscando otra clase de amor. —volvió a hablar contra su cuello.

— Bueno, sí, ya sé que teníamos planes de hacerlo por primera vez pero, estás enfermo.

— ¿Y si eso es lo qué necesito?

— Lo que necesitas es que te eche un balde de agua fría. —sacó las manos de su novio a lo que hizo un puchero— Vamos a dormir.

— Lo siento. No quería incomodarte.

— No lo hiciste. —Ella se sacó el sostén y fue a ponerse un pantalón de pijama— Pero quiero que te recuperes.

Se acostaron con una sábana ligera y al poco tiempo cayeron en los brazos de morfeo.
Raku se estuvo despertando varias veces durante la noche para darle el medicamento y asegurarse que no le volviera a dar fiebre. Por la mañana, se levantó por el terrible dolor de cabeza. Abrió a los ojos y se encontró con Draken observándola.

— ¿Qué haces? —preguntó en tono mormado.

— Cuidándote.

— ¿No tenía qué ser al revés?

— Yo ya estoy mucho mejor, tú eres la que se ve terrible. Ay, no, no terrible, ay, ya sabes. Raku, tú te ves preciosa con un costal de papas.

— Pues me siento terrible. —tomó asiento.

— Ya sé está calentando el caldo y te he traído jugo para que te tomes la medicina. Pero, ¿sabes de qué me di cuenta? —ella arqueó la ceja mientras se tomaba las pastillas— Nuestros corazones laten al mismo tiempo, lo juro.

— Eres ridículamente romántico.

— Te lo juro, yo creo que estamos hechos el uno para el otro.

— Sí... Si todo el sufrimiento me lleva hasta aquí, volvería a pasar por lo mismo las veces necesarias si en la meta vas a estar tú.

— Eres ridículamente romántica. —la envolvió en un abrazo mientras la besaba, de cualquier forma, ya se había contagiado.

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Por otro lado, Rōnin, seguía buscándola hasta por debajo de las piedras y simplemente no había rastro de ninguno de los dos.

— Nunca debí dejar que ella fuera contigo. —dijo él abuelo.

— Yuudai, no seas tan duro con Rōnin. Él no tuvo la culpa.

— En realidad, sí la tuve. —la pareja lo miró esperando una explicación— Me comporté cómo un animal con ella. Se fue por mi culpa, por todo lo que le hice.

— Siempre fui más cercano a ti. —Yuudai lo tomó por la camisa— Pero jamás voy a poder perdonarte que por tu culpa, nuestra niña esté desaparecida. —lo soltó y Kairi le pasó su inhalador— Pero al menos sé que ella está bien.

— Raku tiene la capacidad de enloquecer por las buenas a cualquier persona y sé que no aceptaría un mal trato de su pareja. —continuó la abuela— Pero en la siguiente vida, deja en paz a tu hermana, no te la lleves, no la obligues a odiarte.

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Hola, hola. Con este capítulo cerramos el primer Spin-Off, vamos por el segundo, me pienso saltar algunos que no son tan relevantes y por si gustan refrescar su memoria en el capítulo 47 dónde se habla un poquito de ella y sus vidas.
¡Nos leemos pronto!

Un Sentimiento Muerto en Un Corazón Roto. ||Draken x OC Female|| Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora