Capítulo 8: Viajes por el mundo

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Una semana pasó después de nuestra salida con Herkus, pasamos un gran día en aquella plaza disfrutando de un picnic perfecto

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Una semana pasó después de nuestra salida con Herkus, pasamos un gran día en aquella plaza disfrutando de un picnic perfecto. Ya puedo decir con total seguridad que me gusta, me gusta mucho. Me hace sentir viva, me hace querer vivir y disfrutar de todo aquello que puede darme. Me divierto mucho con él y siento que los niños también. Se agradan mutuamente -excepto Megan-, se volvieron amigos y eso me tiene muy contenta porque yo no pensaba seguir adelante con él si a mis hijos no les agradaba.

Freya también lo conoció y me dio su visto bueno. Es un buen tipo y ella me lo dijo, me aseguró que me ve un futuro con él y la verdad… yo también lo veo. Aún tengo que contarle mucho, mi accidente, el motivo del viaje, me da miedo mostrarle mis cicatrices y que se espante. Estoy insegura en cómo será su reacción cuando me conozca realmente y a la vez siento que tengo libertad de hacerlo, confío en él. Y si no le gusto después de verme...pues, no era quien yo creía y ya.

Herkus me gusta y me agrada pasar tiempo con él. Sin embargo, Lituania me está pidiendo que me vaya, no sé, es como si mi subconsciente me dijera "no, aquí no es". Llevo días, horas seguidas pensando en eso, torturando mi cabeza y analizando la situación.

Lituania es maravillosa, pero no es mi lugar.

Y es una total contradicción porque me siento bien con Herkus y estamos empezando algo muy bonito. Irme ahora como si nada es…como si los días que pasamos conociendo no hubieran valido de nada y no es así. No es él, es el lugar.

Se lo dije después de pensarlo mucho tiempo. Al principio me aconsejó, pero era como si no hubiera caído en cuenta lo que realmente le estaba diciendo y cuando lo hizo solo me respondió con un "entiendo". Esa es la razón por la que no lo veo desde hace tres días.

Lo hablé con Freya y ella estuvo encantada en seguir nuestro viaje. Me aconsejó sobre Herkus, pero sabiendo que ella no podía hacer nada. También se lo conté a los chicos y su reacción fue aún mejor, tenían muchas ganas de ir a París. Pronto compré los boletos de avión y visité la panadería cada día hasta el día del vuelo. En ninguno pude ver a Herkus y su compañera me dijo que estaba trabajando en la carpintería, fui allí y tampoco se encontraba. Solo me quedó mandarle un mensaje despidiéndome y subir al avión con mis hijos. Yo no iba a parar mi viaje por los sentimientos que tenía hacia un hombre. Desde el principio mi meta fue buscar mi camino y no la dejaría de lado por nada.

Si él se enojaba, eso ya no era algo que yo pudiera controlar.

París fue nuestro siguiente destino. Nos hospedamos en un hotel cuatro estrellas, recorrimos las calles, compramos recuerdos y degustamos su comida. Freya subió cientos de fotos a su web. Visitamos la Torre Eiffel, los niños se tomaron cientos de fotos allí. Un día fui con Freya a la catedral de Notre Dame y ¡Dios santo! Estaba fascinada con Francia. Freya nos hacía las traducciones de todo y Aedan estaba insufrible repitiendo cada nada el "oui, oui", todo lo contrario a Megan, que ya se sabía una oración completa: "Ça ne casse pas trois pattes à un canard".

Ni Que Fuera Por El Destino [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora