Años atrás
FREYA
—¡Mamá!—la llamé por tercera vez.
Estaba ocupada, como siempre. Ni siquiera me había escuchado. Se la pasaba trabajando en sus entregas de los desayunos a diario. Llevaba cajas y cajas armadas desde ayer. El emprendimiento por fin estaba dando frutos. Mamá hace desayunos y meriendas a domicilio para ganar dinero. No le había ido tan bien hasta entonces, y había conseguido trabajo en un súper como administrativa. Pero odiaba ese trabajo. Mamá odia trabajar.
Es un alma libre, odia estar estancada en el mismo lugar tanto tiempo y desde que enfermé el año pasado ha tenido que gastar hasta el último centavo para mi recuperación, lo que nos quitó todo lo que teníamos para viajar al próximo destino.
—Vete de aquí, Freya, estoy ocupada— me apartó de su lado con brusquedad para ir hacia las alacenas donde guardaba las decoraciones comestibles—. Me estás estorbando desde la mañana. Vete a jugar afuera.
—Pero quiero jugar contigo.
—¡Dije que no!— alzó la voz, enfurecida. Odia que la moleste— June no me hubiera molestado. Tú eres insoportable, vete de aquí.
La odio.
June, June, June. Ella no hubiera hecho esto. Ella haría mejor aquello. Ella no es como tú. Ella no es inútil como tú. Ella. Siempre June.
Me voy de la cocina odiando a mi supuesta hermana. Mamá la dejó, ni siquiera vive con nosotros, pero aún así todas las paredes de mi casa están decoradas con sus fotos, su fantasma está en todas partes, sus historias de cuando estaban juntando permanece en cada charla. June está en todas partes y no está en ningún lado.
Mamá tuvo una vida de soltera muy apasionada cuando era joven. Cómo dije, es un alma libre. Andaba con su cámara por todos lados, retratando todo lo que le gustaba. Vivía al límite, nadie le decía qué hacer, era una mujer fuerte e independiente. Hasta que su libertad se acabó cuando quedó embarazada de mí.
Todos creían que sus dudas de fiestas acabarían ahora que estaba esperando un bebé. Pero para ella no le fue difícil, siguió con sus hábitos hasta parir. Y luego dejó a su bebé a cargo de su hermana. Mi tía y yo.
Y mamá siguió con su vida.
No me visitaba nunca, pero mi tía Marissa siempre me hablaba de ella. Creía que ella era la mujer más maravillosa del mundo. Lo es. Siempre sola, conquistando el mundo con simpatía y elegancia. Ella era increíble.
Pero entonces me traicionó. Amó a alguien más. A un hombre. Y no le dijo de mí. Esperé que le contara sobre mí y me llevara con ella, pero ella aún quería estar sola. Sola con él.
La traición fue peor cuando la vi una tarde que mi tía me sacó a pasear. Tenía un vientre enorme.
Y no la volví a ver.
La tía Marissa y yo nos las arreglamos solas. Ella con su trabajo en el bar nocturno y yo en casa esperándola. Desde los cinco años aprendí a quedarme sola, no abrirle a nadie, no hablar con nadie, no hacer nada hasta que ella regresara. Mi tía no era muy cariñosa, pero se ocupaba de mí tanto como mi mamá se ocupaba de su otra hija.
Eso fue hasta cuando cumplí doce años. Cuando tía Marissa falleció y los agentes sociales llamaron a mamá cuando les di el dato. Ella estaba muy molesta, incluso se veía avergonzada. Tuvo que aceptarme y por primera vez creí que conocería al hombre que la alejó de mí y a la hija que me reemplazó. Pero no fue así.
Mamá estaba molesta, tía Marissa se había ido justo en el cumpleaños de su hija. Y ella también lo hizo. Decidió hacerse cargo de mí. "No tiene a nadie más", la oí decir.
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Ni Que Fuera Por El Destino [#2]
Teen FictionLIBRO 2- Trilogía COMPLICACIONES Incertidumbre. Confusión. Decepción. Y cansancio. Todo ello ronda en el pecho de Aaron Larken. La vida los golpeó fuerte y ahora no les queda más que seguir como pueden. Aaron tuvo que remontar su vida con sus hijos...