Capítulo 34: Mentiras

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Dedicado a Daniela. Gracias por leer. Espero que te sigue gustando esta historia tanto como a mí ♥️

Siento como si todo a mi alrededor ocurriera con una lentitud extremadamente torturante y estresante

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Siento como si todo a mi alrededor ocurriera con una lentitud extremadamente torturante y estresante.

Muchas cosas pasan en pocos segundos en los que mi cabeza lo procesa a la velocidad de la luz: Aedan me llama y se remueve con ganas para que lo bajen al suelo y poder venir a mí. Herkus me mira entre atónito, sorprendido y decepcionado, le dije que me iba con Emmie y claramente no estoy con ella, ya que la dichosa está justo detrás del cristal con la boca abierta, ojos enormes, pantuflas, su pijama y el teléfono en mano. Y Aaron… joder, mira al niño y lentamente se dirige a mí.

Sufro un mini ataque cardíaco.

Debo decirle. Es el momento. Es mi oportunidad de sacar los trapos al sol. Ya no hay escapatoria. Me giro frente a él y…

—¡Cariño!—mi burbuja de crisis respiratoria se pincha cuando veo pasar a Freya rápidamente por nuestro lado, trae una caja de café en sus manos y donas. Me mira de reojo, muy tensa antes de ir con rapidez hacia Aedan— ¡Hijo mío, ya regresé, solo fui por el desayuno!

No puedo respirar con facilidad porque sé que no estoy tratando con cualquier persona. Estoy tratando de taparle el sol con un dedo a un planeta entero y cada vez es más difícil.

Claro que mi hijo no entiende porque su enfermera lo llama hijo y casi los mete a empujones a los dos. Claro que Aaron no es idiota viendo cómo quién se supone es mi prometido entra al edificio cargando al supuesto hijo de otra mujer que no soy yo, lo que lo deja ver como el padre del pequeño.

—¡Aaron! Que bueno estás aquí —Emmie llega a salvarme a tropezones— , justísimo estaba por irme al hospital a ver a Lula, ya sabes que ya nació su bebé, seguro. Yo recién me levanté y recién ahora, en ese mismo instante, miré el teléfono. ¡Ja! Ya que estás con el auto me llevas, ¿Qué te parece? Ah, hola, amiga de mi alma, tan bella y hermosa siempre.

—Hola.

—¿Ese no era tu querido prometido?— me pregunta directamente ignorando a Emmie.

Me gustaría que me dé una convulsión ya mismo, pero la inútil no llega cuando más la necesito.

—Ah, eh…Mmm, si.

No dice nada y la risa de Emmie ayuda a mi incomodidad.

—Si, ¿Qué cosas, no? Bueno, en fin, ¿Vamos?

Él nos mira a las dos antes de dar media vuelta y subir a su auto. Emmie me mira con los dientes apretados y los ojos bien abiertos.

—¿Estás demente? ¿Cómo no me avisas de tus travesuras?

—Te mandé un mensaje— respondo con los dientes igual de apretados y el mismo tono bajísimo de voz. Visto desde otra perspectiva pareciera que no estábamos hablando.

Ni Que Fuera Por El Destino [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora