Ni Que Fuera Por El Destino [#2]

Capítulo 49: Reunión familiar

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Papá y yo estábamos en el coche hace más de veinte minutos con la mirada fija en quién sabe dónde. Nos habían impactado tanto las nuevas noticias que no nos habíamos ni hablado desde que Juniper dio media vuelta y se fue. Solo volvió como un torbellino, tiró la bomba y se marchó.

Tenía tanto resentimiento por esa mujer que me costaba pensar con claridad. Había hecho un desastre con mi vida y ahora pretende volver para… ¿Para qué? No va a conocer a mis hijos, no va a tener ningún tipo de vínculo con ellos. No va a hablarme a mí más que para darme una explicación breve sobre Freya. Y ni siquiera sé si quiero saberlo.

Lo único que sé es que mi momento de nitidez se terminó. Ya veo todo bien. No hay medicamentos que alteren mi sistema, no hay arpías que me manipulen. Mi momento de fragilidad se acabó. No hay más June sola y egoísta. Tengo una familia y amigos que harían mucho para defenderme y ya no pienso apartarlos. Toda la vida intenté dejar afuera a las personas que querían darme una mano por el simple hecho de que no me gusta preocupar a la gente. No sabía cómo ser querida.

Pero me pisotearon de todas las maneras posibles y creí que podría luchar sola. Creí que no necesitaba a una mamá y llorar en mi habitación sola era sólo una carga que no debía pasarle a mi padre. Creí que podría con un chico tóxico que solo me perjudicaba, para no tener que ponerle más problemas encima a mi papá que ya solo estaba criándome. Me alejé de los sentimientos tanto como pude, pero ya estoy agotada.

La mano de papá se apoyó en mi rodilla.

—Me encargaré—me aseguró. No iba a detenerlo, no iba a ponerme enfrente.

No sé cómo hizo, pero esa misma tarde halló el contacto de su ex esposa y la citó en una cafetería de la ciudad para que tengamos una charla. Así que ahí estábamos, yo sentada a su lado con la mujer que nos había abandonado a ambos hace casi veinte años frente a nosotros.

Se había vuelto mayor -y si-, más arrugada y deteriorada. Antes solía creer que ella tenía una luz propia, algo que la hacía ver radiante. Era una mujer libre, hacia lo que quería, iba a donde sea. Tenía la creencia de que jamás había sacado el cien por ciento de su personalidad cuando estaba con nosotros, que no era totalmente feliz. Y sin embargo, teniéndola frente a mí, después de tantos años, tampoco parecía extremadamente feliz.

—¿Cómo están? He visto en una revista que fue el cumpleaños de Violett, es adorable.

Me causó repulsión que dijera su nombre. No quiero que estén ni en una misma frase juntas. No se merece nada.

—¿Cuántos cumplió?

—Ningún número que te importe— escupí molesta.

Ella se mostró ofendida.

—No seas maleducada, Juniper, solo quiero saber de mis nietos.

Papá se inclinó sobre la mesa de inmediato.