Capítulo 33: Paz.

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Dedicado a la chica de las teorías que me paniquean, Angie. Gracias por leer, corazón de melón. Espero encuentres al Aaron de tu vida ♥️

 Espero encuentres al Aaron de tu vida ♥️

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Viajamos en su auto. Quería ir en el mío pero él dijo que sería más cómodo que fuéramos juntos, conociendo a su amigo creía que necesitaría ayuda y que yo fuera en otro vehículo era una complicación. Me parecieron puras excusas para que fuera con él, pero no dije nada.

Así que ahí estábamos, transportándonos apurados para llegar a tiempo a buscar a sus amigos. Me estaba dando un breve resumen de quiénes eran esas personas y supe que también eran mis amigos.

Estacionó el auto sobre el césped destrozando las plantas, lo regañé y él maldijo.

—Lula va a matarme—murmuró mientras se sacaba el cinturón.

Lo seguí trotando hacia la puerta principal de la casa la cual yacía abierta dejando escuchar gritos y gruñidos desde adentro. Cuando Aaron llegó a la entrada se quedó ahí maldiciendo otra vez e hice puntas de pie para ver, no lo logré ya que era muy alto y asomé mi cabeza por el costado viendo a una chica pelirroja sentada en el último escalón de la escalera que estaba frente a la puerta, con las piernas abiertas, sudando, sosteniendo su enorme barriga y gritando, gruñendo y gimiendo dolorosamente. Cuando notó la sombra enorme de Aaron la cubrió lo miró como si Dios hubiera bajado del cielo para su rescate.

—¡Oh, gracias a Dios! Que buen servicio, llegaste más rápido que la ambulancia —estiró una de sus manos hacia él como un bebé le pide a su padre que lo alce.

—¿Qué pasó? ¿Rompiste la fuente?— se movió con rapidez hacia ella para ayudarla y asomé mi cabeza apreciando la casa, lujosa, pero sencilla, me gustaba mucho, tenía un buen estilo, muy parecido al mío.

—Claramente, Aaron— le gruñe y señala el charco que hay en el suelo con obviedad.

—¿Y el idiota de tu esposo?— pregunta mientras la ayuda a ponerse de pie, ella le aprieta los brazos y vuelve a gemir.

Ella ladea la cabeza y Aaron mira a un costado, me asomo un poco más para ver a un chico medio paralizado junto al umbral de lo que parece ser otra sala. Sus ojos están perdidos en la nada, está muy quieto. Ni siquiera sé si está respirando.

—¡Fred, reacciona!— grita Aaron, haciéndome reaccionar más a mi que a él.

Me acerco a la chica y paso su brazo por encima de mis hombros para ayudarla. Me mira atónita y deja de caminar.

—Ah, caray. No era un invento lo que me contó— me dice sorprendida por verme— Creí que era uno de sus delirios.

—Pues...no. Hola, por cierto.

—Hola, amiga— sus ojos se llenan de lágrimas y me abraza con un brazo—. Dios, te extrañé muchísimo, maldición.

Miro a Aaron y palmeo la espalda de ella.

Ni Que Fuera Por El Destino [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora