11 - Discusiones y arrepentimiento

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Llegué a la habitación y me tiré en la cama suspirando y mirando el techo. Unos cinco minutos después alguien golpea la puerta. Me levanté y abrí encontrándome con Enzo, que entró sin decir nada.

— Hola -dije cerrando la puerta y mirándolo-

— Dónde estabas? -preguntó sin más parándose en medio del pasillo, con la manos en su cadera-

— Ya te dije -lo mire sorprendida por como estaba-. Salí a pasear un rato -me cruce de brazos-. Acaso no puedo?

— Si, pero podrías haberme dicho -mirandome y acercándose-. Me preocupe mucho, no te encontraba por ningun lado

— No tengo que decirte a dónde voy Enzo -me reí mirándolo-.

— Ah bueno -se rio sarcástico-

— Pasaste el sábado y el domingo ignorandome y venís acá a hacerme una escena porque salí? -lo mire algo molesta-. No te tengo que decir nada de lo que hago o dejo de hacer Enzo. Aparte vos estabas con tu familia, enfócate en ellas no en tu calentura -me aparte de él para buscar ropa para bañarme-

— Ahhh ya entendí todo -junto sus manos frente a su cara, se rió sarcástico-. Fuiste a revolcarte con Neymar no? -se escuchaba muy molesto, lo mire entre sorprendida y molesta-

— A vos no te interesa lo que hago o dejo de hacer -trate de ignorar el hecho de que se estaba sobrepasando-

— Fuiste a hacerte la regalada con él no? -me tomó de la muñeca para que lo vea-. Contestame...

— Pero qué mierda te pasa? -me zafe de su agarre y de la bronca que tenía por lo que me que acababa de decir le di un buen tape en la mejilla-. No sos quién para decirme que hacer, preguntarme dónde estoy o con quién estoy pendejo!

-el se tomó de la mejilla y se veía sorprendido- Pará, pará -me miró, se veía arrepentido-. Perdón, cuando estoy celoso digo pelotudeces y...

— Andate -señale la puerta, el trato de hablar otra vez-. No quiero verte -estaba aguantando las ganas de llorar-

— Morocha... -trato de acercarse pero yo me aparte abriendo la puerta-

— Que te vayas Enzo -lo mire seria tratando de mantener la calma-

Salió de la habitación murmurando algo que no entendí, apenas salió cerré la puerta y le puse la traba.
Me tiré en la cama y me puse a llorar, no podía creer lo que me había dicho, no tenía ningún derecho a reclamarme nada, ni decirme nada. Estaba re caliente. Pendejo del orto... Me hubiera quedado con Ney.

Después de 15 minutos tirada en la cama mirando el techo, alguien volvió a tocar la puerta. Abrí la puerta de mala gana y me encontré con Oli y una mujer, supuse que era la mujer de Enzo.

— Discúlpame, vos sos Maggie? -me pregunto sonriendo amablemente-

— Si -asenti y mire a la beba, una preciosura. Lástima que tenga un papá tan pelotudo-

— Valentina -me paso la mano para saludarme-. Ella es mi hija Olivia

— Si, su papá me habló mucho de ella -sonrei mirandola-. Hola Oli -ella sonrió agarrando mi dedo-

— Enzo me dijo que quería presentartela -ella me miró- pero cuando quisimos acercarnos justo te estabas yendo

— Ah si, salí a dar un paseo -sonrei mirando a Oli-

— Bueno, no quería perder la oportunidad que la conozcas

— Es una princesa -sonrei y acaricié su pelo-. Cuántos años tenes bonita? -ella hizo un 3 con sus deditos, hice cara de sorprendido-. Tres? Que grande -ella sonrió y estiró sus bracitos para que la alzará, mire a su mamá esperando autorización, ella asintió sonriendo-. Hola linda -la tome en brazos y ella me abrazo por el cuello-

Fisio | Enzo FernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora