76 - Nuevas rutinas

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Las fiestas pasaron, pasó Navidad, pasó Año Nuevo, pasó el cumpleaños número 23 de Enzo, pasaron los días y los mellis tenían ya dos meses de vida.

La cosa no era fácil honestamente, si un solo bebé requería de muchísima atención y cuidado, dos era increíble. Si uno lloraba el otro también, si uno reía, el otro también. Estoy dos meses habían sido agotadores para los dos, los bebés dormían muy cortado y lloraban mucho. Emma era la que solía llorar más, y como Ian la escuchaba lloraba también.

Enzo y yo tuvimos más de una pelea por el cansancio, nos fuimos a dormir peleados más de una vez, pero por algún motivo siempre amaneciamos abrazados. Y esa mañana no fue la excepción...

Me desperté recostada en el pecho de Enzo, sintiendo leves caricias en mi cabello y mi brazo.

- Perdón... -susurro al darse cuenta de que me había despertado-

-lo mire y le di un beso en el mentón-. Está bien cielo -suspire-. Estamos cansados y los dos nos desubicamos con lo que dijimos -lo abrace fuerte-. Perdóname vos también

- Te amo, por favor nunca te olvides de eso ¿si? -me abrazo más fuerte dandome besitos por toda la cara-. Amo nuestra pequeña y hermosa familia -sonrio y beso mi frente-

- ¿Pequeña? -me reí mirandolo-. Somos 5 -me mordí el labio-. Yo también te amo Enzo -le di un besito-. Y amo nuestra hermosa familia, aunque ahora sea un caos -me reí-. Es nuestro caos -suspire-

- Nuestro... -susurro sonriendo y me abrazó-

- Nos vamos a tener que armar de paciencia vida, porque sino vamos a terminar peleandonos en serio y no quiero... -senti un nudo en la garganta-. No podría hacer esto sola -me dieron ganas de llorar-

- No, no, no mi amor -me abrazo rodeando mi cuerpo con sus brazos, esos brazos que me hacían sentir segura-. No pienses eso -beso mi cabeza-. Nunca te dejaría sola con algo así gorda -hizo que lo mire tomándome del mentón-. También son mis bebés, y los amo, tanto como amo a su mamá -sonrio-.

- Perdón -me reí sonrojada y seque mis lágrimas-. Tuve otra pesadilla y se sintió muy real -suspire entre hipos calmandome-

- Tranquila nena -me dió un besito-. Fue solo un sueño -seco mis lágrimas-. Yo estoy acá, y no me voy a ir a ningún lado -me volvió a abrazar-

Nos quedamos un rato más abrazados, en paz, sintiendo el perfume, la piel y el calor del otro. Hasta que uno de los mellis empezó a llorar, podíamos escucharlo por el vigila-bebés, que era como una pequeña radio con la que escuchabamos la habitación de los mellis.

-solto una risita-. Ese es Ian ¿no?

- Si -me reí y empecé a levantarme-. Probablemente tenga hambre

- Okay -se levantó atrás mío y fuimos a ver a los mellis-

Ahora los dos mellis lloraban, sabía que Ian lloraba por hambre, pero Emma creo que tenía el pañal sucio. Tome a Ian en brazo y le di un besito en la frente para sentarme en la silla de amamantar, mientras Enzo cambiaba el pañal de Emma, pero ella seguía llorando.

- ¿Qué pasa princesita? -empezó a mecerla con cuidado-. Creo que yo también tengo hambre mami -me miro Enzo y sonrió-

- Si, probablemente si -me levanté cuidado con Ian en brazos-. Vamos a la cama, ahí van a estar más cómodos.

Me acosté en muestra cama y colocamos a los mellis a mis costados, era la forma más cómoda para amamantarlo que tenía, acostada, con sus cabecitas recostaras en mis brazos. Habíamos acomodado una almohada especial para amamantar dos bebés al mismo tiempo, pero como no quedan quietos es mejor así.

Fisio | Enzo FernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora