08 - Primer asado

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Termine de arreglarme y salí mientras caminaba tranquilamente por los pasillos para llegar al jardín donde estaba los chicos. Estaba tan metida en mis pensamientos que apenas sentí cuando alguien me jalo hacia dentro de una de las habitaciones de utilería, estaba oscuro así que no veía nada, y estaba asustada.

Sentía una respiración en la nuca que me erizo toda la piel, no sé si por miedo o que, tragué saliva cuando la persona pego su cuerpo al mío acorralandome contra la pared. No sabía que hacer, le tenía terror a la oscuridad y encima me pasan estás cosas.

— Tranquila morocha -susurro en mi oído-

— Pedazo de pelotudo -mi voz estaba temblorosa, le pegue en el pecho un par de veces mientras el se reí-

Yo sentía que empezaba a faltarme la respiración. Fue muy tarde, el ataque de pánico ya estaba empezando, mis piernas temblaban, me empezaba a faltar la respiración, y mi ojos se aguaron. Me sentí tan indefensa en ese momento, deje caer mi cuerpo por la pared hasta llegar al suelo, escondí mi rostro en mis rodillas ciando Enzo encendió la luz y se arrodilló alado mío.

— Perdón perdón perdón -rodeo mi cuerpo con sus brazos-. No pensé que te ibas a asustar así, perdóname hermosa -se notaba el arrepentimiento en su voz-

— No es el susto Enzo -dije en un sollozo mientras trataba de calmar mi respiración, y me dejaba abrazar por él-. Le tengo terror a la oscuridad -susurre con algo de vergüenza-

— No sabía, perdóname -beso mi cabeza, yo apoye mi rostro en su pecho hasta que me calmé-.

— Nunca vuelvas a hacerme algo si -le di un golpe en el hombro-

— Por qué le tenés miedo a la oscuridad? -pregunto curioso todavía sin soltarme, mientras me respiración se normalizaba-. Perdóname gordita -beso mi mejilla-

— Es una historia larga -levante lo vista para mirarlo y el me regaló una hermosa sonrisa-. Está bien, no sabías -suspire tranquilizandome-

— Me gustaría que me cuentes -secó las últimas lágrimas que se deslizaban por mi mejilla-

-negue con la cabeza-. Hoy no, si? -me separé un poco de él-. Otro día, ahora tengo alta lija y ganas de escabiar -ambos reímos y él se levantó ayudándome a levantarme también-

— Bueno, solo porque tengo mucha curiosidad de saber cómo serás cuando estás enpedo -se rio y cuando me termine de levantar pego su cuerpo al mío-. Sos hermosa, y no quiero que vuelvas a sentirte avergonzada de contarme tus miedos -me tomó del mentón para que lo viera a los ojos- todos le tenemos miedo a algo -beso mi frente y me volvió a abrazar-. Y te dije que quiero conocer todo de vos, tus miedos, tus sueños, todo -senti sus manos acariciar mi espalda-

— Pensé que solo querías coger conmigo -me reí-.

— Obvio que quiero eso, estás tremenda y me volvés loquito -sonrio-. Pero no quiero solo eso con vos -me miro a los ojos acariciando mi mejilla con una hermosa sonrisa-

Salimos de la pequeña piecita dónde estábamos. En ese momento siento su mano en mi espalda baja.

— No me había dado cuenta lo que tenías puesto -me dió un beso en la mejilla- estás hermosa bombona -tomo mi mano y me hizo dar una vuelta-

-sonrei y lo mire a él también-. Vos tampoco estás nada mal bombón -susurre cerca de su oído y sentí su perfume-. Encima tenés rico perfume -abrazo mi cintura con sus brazos y yo rodeé sus hombros. Él tenía puesta una bermuda de jean negra, zapas blancas y una remera negra oversize-.

— Que lindo que me digas así -susurro sobre mis hombro-. Y perdón por el susto hermosa -senti cómo suspiraba en mi cuello-. Que rico oles por favor! -me levantó del suelo en el abrazo-. Cómo haces para tener la piel tan suave wacha? -senti que pasó la yema de sus dedos por mis hombros descubiertos y mis brazos-

Fisio | Enzo FernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora