12.

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James POV.

Cuando era niño, mi hermana Amelia fue vencedora en los Juegos del Hambre. No es necesario crecer para entender lo que sucedería después de ello.

Yo creía que así, nuestros problemas se acabarían y tendríamos una casa más grande, viviríamos muy bien por el resto de nuestras vidas. Estaba muy equivocado.

Recuerdo regresar un día del colegio, hablar con mi amigo Peeta Mellark sobre cómo mi hermana podría comprarme un pastel de cumpleaños y compartirlo con todos en nuestro nuevo hogar, pero al llegar a casa mis padres estaban en la mesa, Amelia se había marchado.

Años pasaron y yo la veía cada que ella paseaba en la plaza central del Distrito, gastando dinero que la mayoría de nosotros no teníamos. Y por alguna razón, cada que yo iba con Peeta Mellark a la panadería, su padre me daba pan para mi familia. Nunca nos cobró nada. Ahora entendí que mi hermana pagaba por ellos.

Los últimos años antes de cumplir 16, sabía que algo extraño le pasaba, definitivamente no era la Amelia que yo recordaba de niño, no tenía ese brillo especial en sus ojos y su sonrisa arrogante a través de las cámaras no hacían más que alimentar el enojo y el miedo entre la población del distrito, incluyéndome.

Cuando Amelia me salvó aquella vez del Quemador, incluso yo me sorprendí por el tono de su voz, en mi memoria su voz era más suave y casi inaudible cuando trataba con otros.

''Mamá tenía razón...'' me repetía una y otra vez. Aún así la seguí aquella vez, esperando una explicación a su ausencia.

Después de escuchar su versión, todo parecía encajar por sí solo después. Cuando regresé con mis padres me atreví a ponerlos a prueba las semanas siguientes.

—Encontré a Amelia en el Quemador— mi mamá dejó de fregar los platos en ese instante.

—¿Qué te dijo?— preguntó mi padre con interés.

—Ella estaba comprando algo cuando escuchó mi discusión con otro hombre, ella me defendió pero no me reconoció— alguien más toca nuestra puerta, es un hombre que regresaba de las minas.

—Señor Arthur, vimos a su hija en el quemador el otro día— mi padre dejó pasar al hombre que venía con restos de carbón por todo el rostro.— su hija puso un cuchillo en el cuello de aquel hombre.

Mi madre dejo caer el plato.

—Esa niña... han pasado años y aún tiene esos ataques... no me extrañaría que sea su manera de intimidar a la gente — ¿De que habla mi madre?

—¿Ataques?—pregunté al instante. Mi padre despidió al hombre para darnos algo de privacidad a mi madre y a mí.

—Tu hermana no está bien... por eso se fue de esta casa—

—Creí que nosotros iríamos con ella...— comenté con cautela.— que tendríamos un mejor lugar a su lado.

—Yo lo creí así, hasta que atacó a tu padre y trató de clavarle el cuchillo— habló rápidamente. ¿Qué sucede ahora?

—¿Qué dices?— preguntó consternado.—¿Cuándo sucedió esto?

—James tus eras muy pequeño para recordarlo, pero la manera en que tu hermana sobrevivió a esos juegos... tenía miedo de mi propia hija—ella suspiro mientras daba un trago de agua—y después de ver a tu padre tan vulnerable con el cuchillo en su garganta, y a tu hermana con manchas de sangre en sus uñas que no podía quitar...

—¿Y no se te ocurrió que ella nos necesitaba? ¿que estaba asustada? —ella negó una y otra vez.

—¿Crees que le hacemos falta?¿ la has visto últimamente?— ríe y su inconsciente la delata. —si tan sólo el orfanato la hubiese criado.

AMELIA | THGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora