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Aquellos días pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Nuestros tributos fueron seleccionados, pertenecían a la Veta y eran más o menos de la edad de mi hermano. Los pobres estaban muy desnutridos y asustados. Desde que gane los juegos, Haymitch me recomendó no ser empática así que para mí tercer año como mentora, aprendí a fingir que no me importaba si algunos de los tributos de mi distrito morían en los juegos, aunque siempre hacia de todo para conseguirles patrocinadores, año tras año fallaba y delante de mi hogar fingía que no me importaba pero sus rostros aparecían en cada una de mis pesadillas.

-Amelia....-me dijo Finnick cuando estábamos preparando a nuestros tributos en el desfile. .- nunca dejas de ser el centro de atención, incluso sobresales entre tus dos tributos -.

-.Lo mismo digo Odair.- dije.- solo mira a toda esa multitud gritando tu nombre.-.

El solo se limitó a sonreír mientras se alejaba. Me dirigí a los tributos quienes se veían demasiado asustados y débiles.

-.Hagan lo que puedan, sonrían a la gente y saluden.- les dije cuando note que no dejaban de temblar, les ofrecí la mejor sonrisa que pude.- el presidente Snow dará un breve discurso y después podremos pasar a cenar.-

El desfile fue como año tras año, los distritos favoritos eran los distritos 1 y 2, quienes lucían imparables con sus vestimentas. Los de mi distrito se vieron opacados, ya que el estilista que tenían no era muy creativo que digamos, recuerdo que tuve que vestirme de minera, con un gran overol y use las botas más pesadas que se les pudieron ocurrir, lo único que ayudo en aquella vez fueron mis entusiastas charlas con Caesar, en ese entonces Lily solo era asistente del tonto de mi estilista, sin embargo ganó la atención de todos cuando reparo mi vestido dejándolo mejor que el original.

Los días antes de los juegos, puse todo mi empeño en que mis tributos ganaran peso y en impulsarlos en no menospreciar sus habilidades. Ella era muy veloz, sabía encontrar cualquier cosa y él tenía buena puntería a causa de una resortera que usaba desde niño como juguete.

Les puedo decir que trate de ayudar a mis tributos de la mejor manera que pude, pero no todo tiene un final feliz.

Para el tercer día después de los juegos, la tributo de mi distrito murió mientras un joven del distrito 2 la empujaba violentamente contra las rocas. Iba tan rápido que no conto con que alguien más la había seguido, cuando estaba tratando de tomar aire, el chico la empujo por detrás. Para el séptimo día, el tributo varón del 12 murió intentando cruzar un rio que estaba en medio de una pradera. Los vigilantes debieron de aumentar la corriente, la mayoría de la población del doce no sabe nadar.

-Bueno...- me decía Haymitch.- es todo por hoy.

Después, tuve que ser entrevistada.

''Los tributos del 12 tuvieron mucho potencial'' les dije tratando de que mi voz no se quebrara.

''¿Crees que pudieron dar más?''

Me limite a sonreír, gracias a Effie que pudo sacarme de aquel lugar. Ella sabía lo mucho que me costaba superar la muerte de un tributo. Ellos no lo merecían y siempre pensaba en que pude ayudarlos más.

Llegando a casa, se les hizo un pequeño funeral a los tributos en sus casas. Jamás olvidaría las lágrimas de los padres de aquellos jóvenes, pero nunca olvidare a mi madre mirándome con rabia en la estación del tren, mientras ella tenía que consolar a su amiga, que había perdido a su hija por culpa mía. Por el remordimiento, tuve la necesidad de ir a la casa de la mujer, quien ahora solo tenía a su hijo mayor y a su nieto. Cometí un grave error.

Como cualquier casa de la veta, esta era pequeña para el número de personas que se encontraban alrededor de la familia, al igual que había polvo y manchas de carbón. Algunos notaron mi presencia y me miraron de arriba abajo, mostrando muecas al ver mis prendas de ropa, algunos susurraban que la chaqueta que usaba era más cara que todo el distrito junto. Es lógico que la gente de tu propio hogar de odie al verte en televisión disfrutando de una vida que ellos no tienen, esa vida no era más que otro truco para sobrevivir, la odiaba.

-Señor- me atreví a llamar al padre del tributo que, quien también era uno de los presentes. Él se giró rápidamente mientras me llevaba afuera de la casa.

-¿Hay algo que pueda hacer por usted, señorita Allen?- me respondió mientras miraba a los que llegaban.

-Sé que no puedo hacer nada para reparar su perdida- tome su mano y le deposite dinero.- quiero que ustedes sepan que tienen mi apoyo.

-No queremos su dinero- dijo el rápidamente mientras me lo devolvía- no hace falta.

-Insisto...- pero él se giró, confundido, después negó mientras dejaba caer algunas lágrimas y se fue.

-¿Amelia?- una voz hizo que reaccionara del trance.-¿Qué haces aquí?

-Arthur- dije saludando a mi padre, quien se veía muy delgado y casi todo su cabello estaba cubierto de blanco, apenas era unos años mayor que Haymitch.- venia de paso.

-¿No tienes vergüenza?- la voz de mi madre se hizo presente.- ten algo de respeto.

-No es el momento Rose- le dije.- ten algo de respeto.

Mi madre alzo la mano dispuesta a estrellarla en mi mejilla, pero para su sorpresa la detuve.

-No- le dije fríamente.

-Amelia.- la voz preocupada de mi padre resonaba en mi mente.- es tu madre.

-¿Lo es?- le pregunte con mucho enojo mientras lo encaraba. Ambos me miraban incrédulos, abrí paso entre ellos y seguí caminando.

-¿Cómo pudiste dejarlos morir?- mi madre me pregunto de la manera más rencorosa mientras derramaba lágrimas. Sus palabras se encajaban en lo más profundo de mi corazón. -¿Crees que no te vimos?

-¿Qué crees que hice?- le espete con enojo. Ella se empezó a reír.

-Te vimos Amelia- me dijo con desprecio- te gusta el ser el centro de atención.

-¿Y a quién no?- le dije mientras sonreía. Mi mente resonaba las palabras de Snow''Su familia será quien pague el precio de sus errores''. Entre menos me quieran, estarán a salvo.

-No tienes remedio.- dijo ella enojada- vas a fiestas, te toman fotos, bromeas de los Juegos.

-No te estoy pidiendo tu opinión- le dije mientras le daba la espalda.

-Nadie del doce te aprecia- me dijo mi padre suspirando tristemente.

Pero ya no le conteste. Me concentre a seguir caminando hasta que llegue a la aldea de los vencedores, donde nadie me observaría. Llorar no era una opción que pasara por mi cabeza en ese momento. Ni tampoco ir con Haymitch, que estaría sumergido en alcohol, ahora entendía por qué nunca iba con las familias de lo tributos.

Cerré con fuerza la puerta de mi casa y arroje varios adornos que algún admirador me había dado años atrás, no me intereso.

Estaba saliendo del baño después de dos horas, cuando escuche el golpe de mi puerta. Me tome la molestia de bajar en medio de la tormenta, donde probablemente medio distrito se haya quedado sin luz. Al abrir me topé con mi hermano, temblando por la fría agua, note que llevaba una bolsa de papel que estaba a punto de deshacerse.

-¿Puedo quedarme aquí?.- me pregunto temblando, asentí y me hice a un lado dejándolo pasar. De pronto, entre ese olor a humedad note algo extraño a mi alrededor, gire mi cabeza hacia el pequeño jardín que tenía afuera de casa, donde entre todas esas flores marchitas una resaltaba más. Apestaba a rosas, a él.

El presidente Snow me había dado un claro mensaje. ''Te estoy vigilando''.

Tendría que mantener a mi hermano a salvo. 

AMELIA | THGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora