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Miraba a través de la ventana del tren, tratando de captar alguna imagen linda y conservarla en mi memoria.

-Tarde o temprano, debes de despertar- me decía mi mentor.

- no quiero- le dije con mis ojos llorosos.

-Escucha Amelia- el me obligo a mirarlo- ganaste los juegos, tienes una familia que te espera. Tienes amigos que te quieren y te recibirán.

-No sé cómo los veré a la cara Haymitch- le dije mientras mis manos empezaban a temblar- me verán como una asesina que dejo a su compañero de distrito morir a manos de los profesionales.

- Ellos saben que el chico estaba muy mal y no podías hacer nada para ayudarlo, sabes que él te dio tiempo para salir de ahí.- puso su mano sobre mi hombro.

-¿Qué le diré a su familia?- le dije asustada- ¿Qué le diré a la mía?

-No tienes por qué contarles- él era el único de todo el distrito que me comprendería.- no es tu obligación.

Nadie dijo nada por el resto del camino a casa, justo antes de salir y que todos nos recibieran, Haymitch me susurro:

-Sé que nada será como antes Amelia- él se detuvo un segundo- pero ahora hay cámaras, debes de sonreír... debes de seguir actuando si quieres sobrevivir.

-Gracias Haymitch- le dije, el solo asintió con la cabeza. Y las puertas del tren se abrieron, dejando ver a una Amelia sonriente. Vio los rostros de sus padres, quienes me miraron buscando ver diferente a su hija, pero yo solo tenía ojos para mi pequeño hermano, quien sonreía como nunca.

-¿Crees poder sobrevivir un tiempo?- me pregunto Haymitch mientras estábamos en la celebración del 12, que se hacía en el distrito por haber obtenido una vencedora.

- Tratare- le susurre- Gracias por todo.

Él se encogió de hombros.

-Sabes en donde encontrarme-. Yo solo asentí.

Un año y medio después toque la puerta de Haymitch, con lágrimas en mis ojos. A mitad de una fuerte lluvia. El abrió la puerta de mala gana, ebrio; pero lo suficientemente cuerdo para escucharme y abrazarme como un padre, protegiendo a una hija del mal de este mundo.

-Ellos no me quieren Haymitch- le dije.- No quiero que me vuelvan a ver de esa manera, no quiero sufrir y no quiero que ellos lo hagan también.

-Puedes alejarte de todos si crees que eso es lo mejor- me dijo medio dormido. – tal vez sea mejor que cambies.

-¿Cómo puedo hacer eso?- le pregunte.- No quiero que mi hermano me tenga miedo.

-Escucha Amelia- él se veía más cuerdo que nunca a pesar de que desprendía un aroma de puro alcohol.- Eres joven pero te convertiste en una de las favoritas del capitolio, y por consecuencia Snow querrá pruebas de que disfrutas tu vida de vencedor...

Y así fue como Haymitch me conto las consecuencias de haber ganado los juegos, si me niego a lo que Snow me ordene... matara a toda mi familia. Mi mentor me ayudo a hacer algo al respecto, crear una máscara. Lo mejor sería ocultar mis sentimientos, dejar de llorar y de preocuparme por los demás, dejar de ser la Amelia temerosa que vivía en las pobres y humildes casas de la Veta, para así empezar a ser de un carácter más fuerte y fingir estar feliz de haber ganado los juegos de hambre... lo mejor sería evitar a mi familia y que todos en el distrito me tuviera miedo. Crear una imagen totalmente falsa: Amelia Allen, vencedora de los sexagésimos sextos juegos del hambre, consentida del Capitolio. Amada por los capitolinos, odiada y temida por el Distrito 12.

AMELIA | THGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora