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Me informan que estamos cerca del amanecer cuando Ryan Clarke llega con una silla de ruedas.

James esta con ropa limpia para mí y dicen que no se sabe si afuera el invierno ha llegado antes o son las cenizas que cubren toda la ciudad.

—Cuidado Amelia, no debes de moverte mucho— Ryan me toma de los brazos y da pasos cortos conmigo, como si yo fuera un bebé aprendiendo a caminar.

Me lleva a los baños en donde podré asearme, una enfermera ha preparado un baño en una tina. Frente a mí, un gran espejo cubre casi toda la pared y es donde finalmente veo.

Hay suturas a lo largo de mis piernas, otras heridas mas pequeñas en mis brazos y lo que parecen ser rasguños en mis clavículas. Hay hematomas en las costillas y quemaduras de primer grado en la parte baja de mi espalda, no olvidemos la conmoción cerebral. Por último, lo veo, un pequeño bulto en mi vientre que se asoma, la esperanza es lo ultimo que mi cuerpo quiere abandonar.

Dejo escapar un suspiro mientras me recargo en la pared y por primera vez me permito llorar como nunca antes. La enfermera intenta decir algo, pero se limita a agachar la cabeza mientras murmura que si necesito algo, no dude en llamarla.

Dentro de la tina las cosas no mejoran, las heridas parecen doler cada vez que me muevo y mis manos descansan en el vientre. Sigo llorando mientras me pregunto sobre todo o ocurrido, sobre todo lo perdido y con la desesperación por saber si él sigue vivo.

¿Cómo era posible que no estuviera aquí? ¿Qué hay de nuestros planes? ¿Qué tal si nunca lo vuelvo a ver? ¿Qué tal si no hay restos que llorar?

Estoy muy cansada.

La enfermera llega después, me ayuda a vendar y limpiar cada una de mis heridas, cepilla mi cabello y también me ayuda a vestirme.

James me guía en la silla, uno de sus ojos sigue rojo y lleno de hematomas. Él ha decidido cortar su cabello y ahora lo lleva de un estilo militar. Su mirada vacía esta al frente, mientras analiza a todo el mundo, preparado para defenderme en cualquier momento.

—Allen, usted ya no tiene permitido acceder a esta sala— Soldados de Coin custodian las puertas que dan al jardín de la mansión.

—Ahora solo soy un joven llevando a pasear a su hermana, no veo el problema en ello...— los guardias no le hacen caso.

—Déjeme recordarle que su sentencia aún se está analizando...—¿Sentencia? Miro preocupada a James, el se percata y por un momento hay preocupación en sus ojos, como si recordara las indicaciones medicas que Ryan nos dio horas antes.

''Nada de emociones fuertes, no sabemos como puede afectar a Amelia en su salud, está muy delicada''

—Yo mismo autorizo que Amelia Allen y su hermano vayan al jardín...— Plutarch se acerca a nosotros a paso acelerado, detrás está Haymitch—asumo toda la responsabilidad.

—James Allen...—

—Es solo un niño, y Amelia ya ha sufrido demasiado—Los guardias nos abren paso mientras James y Haymitch cargan mi silla y la bajan por las escaleras. Trato de incorporarme, pero mi mentor es más rápido y se queda agachado mientras sus brazos me rodean.

—Yo creí que te había perdido... — se limpia las lágrimas mientras se levanta. —Cuando Plutarch me contó todo, yo no podía creerlo.

—Entonces sabes porque necesito hablar con Snow...— el asiente y su mirada se encuentra en el suelo. Mi vista se gira con Plutarch.— Debe de saber que lo que yo vaya a hablar con Snow, no es de incumbencia de nadie. Lo único que le diré es la ubicación de mi esposo...confío en que me ayudará.

AMELIA | THGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora