Capítulo №2

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Mis ojos no se despegan de la televisión, miro película tras película, escucho música y hago similares actividades en las que no tenga que levantarme de la cama y esté distraída. Por momentos donde no estoy ocupada, los recuerdos vienen a mi memoria, y es ahí donde quiebro.

Intento pasar por alto lo que ha pasado, quiero reprimirlo porque cada vez que lo revivo me lastimo un poco más. Necesito superarlo porque hasta respirar me duele, no sólo es el bebé, mi pobre bebé, más bien lo que he sentido. Nunca había experimentado tanto dolor, tanta soledad, y sobretodo vergüenza. Me sentí como una ramera, usada y descartada. Y que la persona que te lo hace sea la que amas, se siente aún peor.

—Permiso —Es Tobías entrando a mi habitación.

Me trae una sopa, hace bastante frío y para colmo me he resfriado. Viene con una bandeja de cama, trae el gran tazón y además unas tostadas con sabor a jamón y queso. Justo lo que necesito, comer.

—Gracias —Me limito a responder.

Mi hermano me ve y sonríe. Intenta ser amable y reprime esa ansiedad de querer tomarme por los hombros y sacudirme para que hable. Me interroga por períodos breves pero cuando ve que me agobio, para. Está desesperado por saber qué ha sucedido con Ethan, ya hemos aclarado el asunto del embarazo, el bebé y la pérdida. Pero no le cierra que Ethan y yo estemos así, o más bien que yo no haya querido acercarme a él, sobretodo todo en su estado. Sé que es un misterio para todos, pero creo que nadie debe saberlo, es algo entre él y yo.

—¿Dormiste bien anoche? —consulta

Toma asiento en la cama y yo hago una mueca en respuesta, también me pongo a tomar la sopa, está deliciosa, es de arvejas y jamón, la que a mí me gusta.

—La cama es muy cómoda —comento tratando de no ser descortés y dejarlo hablando solo.

Esta es la habitación de Tobías, él duerme en el sofá. Aunque no quiero volver a mi apartamento, no me quedaba otra que hacerlo, pero por suerte Tobías se adelantó y me exigió que venga con él unos días. Mamá no se opuso y bueno, la mayoría pensaba que iría a mi apartamento y que Ethan me cuidaría, o más bien nos cuidaríamos mutuamente por su estado.

—Papá vendrá en la tarde y cenará con nosotros —avisa y asiento, ya lo sabía.

Mi papá llegó el fin de semana y se ha portado de la manera que esperaba, comprensivo, me apoyó, me cuidó y también dio mi espacio, en ningún momento me hizo preguntas a las cuales no quería responder y lo agradezco. Sé que todos mis amigos están muertos de la curiosidad, pero saben que quiero evitar hablar, es más que seguro que se imaginen lo que ha pasado, y sino, pues me da igual.

—Sharon quiere venir, dijo que quiere verte y hablar...

Paso saliva y asiento, vuelvo a beber y como una tostada, miro la televisión y trato de no pensar, no quiero pensar.

—La espero —afirmo con desgano, en realidad no quiero recibirla, y no por ser ella, claro que no, más bien por los posibles propósitos de su visita.

—¿Cuándo me dirás lo que sucede con Ethan? Estoy preocupado, ¿qué ha pasado?

Lo sabía, es como un tigre, gira y gira alrededor de la presa y cuando se descuida, la ataca. Alargo el masticar de los bocados mientras busco una respuesta que no sea mentira, pero que a la vez no dé información confidencial.

—Estamos separados —confieso—, ya no hay bebé, y creo que es mejor así —termino y finjo que trago comida, pero en realidad es un nudo, un pedazo de mí que duele dejar ir.

Tobías ladea su cabeza y su boca se abre y cierra como un pez fuera del agua, quiere articular palabra pero las mías lo dejaron atónito. Por otro lado veo que mi noticia no le molesta, es decir, no sé si lo hace feliz, pero si fuese algo que le molesta ya habría gritado e insultado.

Sempiterno Caos #3 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora