Capítulo №50

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Me siento como si tuviese la mayor resaca de mi vida, eso y unos tres días sin dormir, peleas y consumir alguno que otro porro. Me siento cansado, adolorido y confundido. La ducha helada surte efecto, la necesitaba, llevo mucho acá adentro pero no tengo ganas de salir y enfrentarme al mundo.

Pensé que esto no volvería a sucederme, pero el ver a Megan ahí, casi sin vida exactamente en la misma situación que mi madre me devastó. Sentí miedo, dolor y odio, la odiaba por usar mi talón de Aquiles, por darme en donde más duele. Pero no la culpo. No recuerdo mucho de las últimas horas, de hecho lo único que tengo en mi mente es a Julieta en la mañana y luego salto directamente a esa bañera. Siento alivio de que no haya muerto, y más aún de que esté arrepentida y prometa no hacerlo más. No podría con mi consciencia que ya pesa mucho.

Me invade una angustia atroz, me cuesta hasta respirar y mantener los párpados abiertos. Quisiera seguir en ese estado en el cual flotaba en el aire, sin preocupaciones, sin dolor, sin recuerdos ni pesadillas. Detesto tener que comenzar de cero, una vez más detesto ser yo, sé que es el estado depresivo, pero no me levantaría más de una cama y me dejaría morir. Juro que esta vez no tengo ganas de nada.

—Ethan, debemos hablar —pide alguien desde la puerta, reconozco la voz de Bill.

No respondo. Bajo mi cabeza y sigo recibiendo el golpe de la lluvia en mi espalda.

—Sé que quieres estar tranquilo, pero eso no funciona y lo sabes, necesito que hables conmigo, de lo que sea, sin presiones —insiste.

—Ya no quiero hacer nada —confieso—, todo siempre termina así, ¿para qué esforzarse?

—Te esfuerzas porque la vida vale la pena y hay que vivirla. También porque tienes muchas personas a las que les importas, incluida una mujer que te ama con locura y está desesperada por abrazarte.

—No quiero ver a nadie —confieso apenado—. Tampoco quiero que Megan vuelva a pasar.

—No es tu culpa lo que sucedió.

—No lo sé —dudo—. No sé nada.

***

Respetaron mi decisión de no querer hablar con nadie, y no es porque tenga algo en contra suyo o me molesten, simplemente no me siento bien y estoy confundido. No dejo de sentirme mal y raro. Sé que Julieta ha estado pidiendo para verme, y me duele mucho negar su entrada, pero no quiero que me vea así o decirle cosas que lastimen. Ya hemos pasado por eso. Por momentos me siento a salvo, me pierdo en mis pensamientos y me alejo de la realidad. Imagino que soy otra persona, creo realidades alternas y me acerco cada vez más a la locura, lo sé. Amo ser un loco, dentro de mi Delirio nadie me hace daño.

—¿Almorzaste ya? —consulta Bill al entrar a la sala.

—Sí.

—¿Cómo te sientes hoy? —consulta tomando asiento junto a mí.

—Justo como me ves, tirado y sin ganas de nada —admito.

—Eso es normal. De hecho estás mejor de lo que suponía. ¿Sabes? —consulta con su habitual chispa, esa que ahora es muy brillante y lastima mis ojos—. Megan está muy bien.

—Volverá a hacerlo —me quejo dolido.

—No, Ethan —contradice—, esa es la mejor parte, ella está bien, eso fue producto de drogas, Megan consumía drogas, ahora está en abstinencia, pero en un tiempo será libre.

—¿Qué tipo de drogas? —inquiero no creyéndolo.

Ella no es así, no hace esas cosas, ¿qué mierda la llevó a consumir drogas? El dolor tiene muchas formas de apagarse, y por muchos años jamás caí en eso, no lo entiendo.

Sempiterno Caos #3 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora