Capitulo №40

132 31 3
                                    

—¿Necesitas algo más? —le consulto antes de salir de la habitación.

Está recostada mirando hacia la ventana, se ve triste, abatida y cansada. Es un claro pozo depresivo, los conozco, pero no acepta mis sugerencias de ver a un profesional. Me recuerda mucho a mí. Estas habitaciones me recuerdan a las de las revistas, llenas de cosas con pieles, acero y vidrio, demasiado impoluta para mí. 

—No, Et. Muchas gracias por venir —responde en la misma posición.

—Quiero presentarte a mi psicólogo, Meg, él te ayudará —comento mientras me acerco junto a la cama.

—Lo que siento el psicólogo no me lo quitará.

—Pero te ayudará con el duelo. Hace que todo sea mejor, yo estaba en un hoyo negro.

—Saliste porque ella llegó... —interrumpe, obviamente se refiere a Julieta—. Si es por eso lo mío no tiene solución.

—Me haces sentir muy mal —confieso.

Se gira sobre su lugar y se limpia los ojos.

—Lo siento, lo siento. No quiero que tengas problemas por mí, sólo te pido que no me dejes sola —ruega.

—En la medida que pueda te ayudaré —prometo—, pero sabes que no quiero dañar mi relación.

—Casi no te reconozco —comenta sonriendo sin gracia, tiene los ojos cargados de lágrimas que se contienen por salir.

—El amor hace maravillas por las personas —confieso sabiendo que me meto en terreno pantanoso.

—No me hables de amor como si no supiese lo que es, he amado, y mucho.

—Nunca me contaste la historia de tu gran amor —menciono interesado. Siempre la saltó, así como yo hablar de Julieta directamente.

—Tú eres mi gran amor —determina viendo fijo a los ojos—. Pero si te refieres al primero, es quién me dejó hecha polvo.

—¿Qué pasó? —pregunto y tomo asiento en el suelo.

—Estábamos en la escuela secundaria, Simon era increíble —Sonríe con nostalgia al recordarlo—, éramos novios, todos nos admiraban —comenta con ese aire seguro que siempre porta—, era perfecto.

—¿Dónde estuvo la falla? —Voy al grano.

—Una noche, la última del verano antes del comienzo de clases, había una fiesta importante —Suspira— y, en ese lugar me enteré que también estaba con otra chica, y ella estaba embarazada.

—Oh —dejo escapar sorprendido—. ¿Y?

—Y se armó un gran desastre ahí, estaba tan dolida, me había enamorado tanto que no sabía qué iba a hacer... Me fui de la fiesta, Simon me seguía diciendo que eso había pasado cuando recién me conoció, que no era importante, que la chica no era su novia, desmentía todo, hasta que ese bebé no era suyo.

—¿Le creíste?

—Quería creerle, pero no pude, lo mandé a la mierda y salí de ahí, me fui con unos amigos en un auto y Simon me seguía en el suyo, yo iba atrás, lo veía a través del vidrio trasero, le mostraba el dedo del medio y le gritaba que se pudra —Hace un silencio y se pone boca arriba, por fin los ojos se le vacían como cataratas—. Vi el momento exacto en el que un auto lo embistió y destrozó.

—Meg —Me lamento.

—Murió en el acto, ¿y sabes qué es lo peor? —Niego en respuesta aunque su pregunta sea retórica—. Que el bebé no era suyo, no mentía y murió porque no le creí. Su muerte me arruinó la vida, Et.

Sempiterno Caos #3 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora