Capítulo №22

158 32 4
                                    

—¿Están listas? —consulta Chris al otro lado de la puerta.

—¡Un minuto! —pido mientras me acomodo la braga.

Tuve que ponerme una que se vea más mi culo. Sí, suena a blasfemia en el idioma Ethan, pero para hacer lo que debo a continuación, es necesaria. En las últimas semanas debajo de la falda usaba una braga tan grande que se asemejaba a un pequeño short, y aunque Ethan no ha vuelto al club, decidí no ponerme la que estoy por usar ahora.

—Te queda bien —comenta Ginger dándome tranquilidad.

Nunca salí tan desnuda a un lugar donde más de mil personas me verán. Podrían hacerme radiografías y si se acercan un poco y me ven la vagina verán hasta mi esófago. Tengo un sostén con brillos y piedras de color oro, también una falda tan pequeña que simula cinturón y unas sandalias altísimas de tiras que se enrollan en mis tobillos. Todo en dorado.

—Date la vuelta —pide Ginger y me rocía el spray con más brillos dorados.

—Estoy nerviosa —me quejo sintiendo que el estómago se me revuelve.

—Lo harás genial, ¿qué mejor que bailar con Chris? Aunque lo hagas mal parecerá que lo haces bien.

Es verdad.

Cuando nos organizamos para los turnos y las señas, salimos al pasillo donde nos aguardan Chris y los otros bailarines.

—"Fireball" es la señal —explica él—. Relajados que todo saldrá bien. Buen show, necesitamos que la gente se sienta a gusto, que quieran volver.

—Listo —decimos al unísono todos y Chris de desaparece para los últimos detalles.

Sacudo mis manos intentando relajarme y muevo mi cadera buscando la flexibilidad. Doy una mirada a lo que es la pista buscando a Marian, pero no la veo. La invité a ella y a Josh.

—¿Te casas conmigo? —susurran en mi oído.
Río al saber quién es.

—Amo demasiado mi soltería —replico encogiéndome de hombros.

Tomy, el hermano de Joy, se encuentra detrás mío, apoyado en la pared y bajo la oscuridad.

—Me imagino que te han dicho lo hermosa que estás... —continúa.

—Para nada —contesto a penas girándome—, pero unos halagos a mi autoestima no le vienen mal —bromeo.

De muerde el labio y niega sonriendo.

—Eres mala.

—Eso ya me lo han dicho —replico superada.

—Así que rompecorazones ¿eh? —inquiere y se acerca.

Me hago un paso hasta atrás y cuido mi lugar. Ted no se da cuenta, al contrario, le brillan los ojos y se encuentra como eufórico. Nunca juego de palabras con nadie, la verdad es que vengo a hacer mi trabajo y me voy a casa. Paso de todos los coqueteos e intentos de acostones, pero la verdad es que este trabajo y las interminables charlas con tantos tipos, te vuelven coqueta.

—Para nada, yo soy a la que le rompieron el corazón.

No es lo mío y lo evito. Y Tomy, cada que tiene oportunidad viene con sus insinuaciones, pero no es su culpa, debo dejar de seguirle el juego sin ser descortés. Es un gran chico, muy guapo y me recuerda tanto a Paul, pero no pienso en esas cosas.

—¿A una belleza como tú?

—¡Ja! Como si la belleza importase, me han hecho mierda y más de una vez —comento con gracia, aunque trato de que mi amargura no salga a flote.

Sempiterno Caos #3 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora