Capítulo №12

146 34 5
                                    

Estoy tan cansada y adolorida que no reacciono hasta que el muchacho del café chasquea los dedos frente a mí. Le pago y me entrega el pedido. También pido algo de comer y me dirijo a la mesa con Marian. Ella está en su hora de descanso y ha venido a verme y hacerme un poco de compañía. Ethan se encuentra aún dormido y como estaba tan incómoda, decidí salir de la habitación. 

—Tus ojos se ven mal —comenta ella cuando llego a la mesa. 

—Ni te cuento cómo me quedó la raya del culo —Suelta una pequeña risa y bebe—. Quiero ducharme y dormir. Et ha dormido toda la noche, se veía tranquilo.

—Pobre, Et, eso ha de doler como el infierno. 

—Sí —Me lamento y sujeto mi cabeza entre ambas manos. 

De sólo pensar en eso se me revuelve el estómago. Verle como le caían las lágrimas de dolor, la sangre y los dedos todos lastimados... ¿Cómo fui tan despistada? 

—Me siento horrible —confieso. 

—Tranquila —pide Marian—, él en serio que fue un estúpido de poner las manos ahí, ni un niño lo hace, estabas enojada con la estúpida de Jane, es obvio que iba a suceder. 

Asiento. Tiene razón, al final Marian tenía razón respecto a su opinión sobre Jane. Pero nada quita lo que le sucedió. Su mano derecha. Su herramienta de trabajo. Todo. 

—Veré si despertó —aviso cuando termino de beber el café. 

Marian también termina con su descanso y vuelve al trabajo. Antes de entrar a la habitación de Et paso por el baño y me arreglo, estoy hecha un desastre. Pero nada que un poco de maquillaje y un cepillo en el cabello no arreglen. Al salir me acerco a su puerta y encuentro a Sharon sentada fuera esperando. Me sorprende que no esté con Ethan así que asumo estará el doctor. 

—¿Están revisándolo? —consulto cuando llego junto a ella y beso su mejilla sorprendiéndola.

—July —saluda—, no, es decir, ya ha pasado el médico —Baja su vista y pestañea al igual que Ethan cuando no quiere decir algo. ¿Cómo es posible que sean tan iguales?

—¿Entonces? ¿Le sucede algo malo? —inquiero con preocupación. 

—Está muy bien, el doctor dijo que la mano ha quedado bien, es que... 

Hago una mueca de impaciencia ante su tardanza en aclarar lo que sucede. 

—Tiene visita, es Megan. 

De repente siento como la medialuna y el café se me suben por la garganta. También que me pica el cuero cabelludo por el repentino calor que me ha subido. Pero asiento con tranquilidad. 

—¿Se suponía que no la deje entrar? —pregunta ella con temor. 

—Para nada. ¿Por qué? —inquiero girando mi cabeza con brusquedad y asustándola. Mi tono suena más enfadado de lo que debería. 

—July, yo no soy de meterme en la vida de mi hermano, a él no le gusta eso y yo lo respeto. 

—Lo sé —respondo amarga.

—No te enojes, yo te adoro —Pasa su brazo y me atrae hacia ella. 

Pero me he enojado, no con ella, pero no puedo evitarlo. Quiero hacer de cuenta que no, pero es en vano, la contradicción es más notoria que la aceptación. Suspiro, me pongo de pie y hago algo que nunca haría. Pero es el impulso para seguir, debo hacerlo. Solamente esto marcará la distancia y pondrá el paño frío. 

Golpeo suavemente la puerta y la abro despacio. Levanto mi cabeza sintiendo que voy a explotar —pero le ruego a Dios que no se me note—, e ingreso por completo. Ethan me observa estático y segundos después persibo su nerviosismo. A ella la veo de soslayo, casi como si fuese una sombra o un espectro. Ni siquiera me digno a mirarla de frente. 

Sempiterno Caos #3 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora