Capítulo №8

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Así como te quita el sueño, el hambre, las ganas de respirar, de vivir, de todo, también te impulsa a seguir. A veces el dolor es el combustible para ese largo camino que tanto te atormenta, el de la sanación. Dicen que el amor no lo es todo, y es verdad, la vida va más allá de las relaciones y todo lo que conllevan, pero no es fácil estar enamorado y, de repente encontrarte con una pared, con la realidad, con que el mundo se cae a tus pies.

Abres los ojos y lo primero que sientes es el vacío, durante el día te olvidas pero a la hora de comer, cuando lo haces solo y sin nadie que compartir, o en el baño cuando te retocas el labial y notas que ya no te mirará, que lo haces en vano, que trabajas para llegar a casa y estar sola, los momentos en blanco son los más traicioneros, ni hablar de cuando apoyas la cabeza en la almohada, estiras tu brazo para tocar a la nada, no hay calor, no hay compañía y duele mucho el frío de la cama. El no esperar una llamada o mensaje, la soledad, el desinterés propio de romper.

El dormir sin querer despertar.

Lo sientes peor cuando todos a tu alrededor intentan llenar los huecos, esos en los que te rompes la cabeza pensando, quieren que estés ocupada, divertida y con el mínimo dolor posible, y es peor, porque cuando pasas cinco minutos sin ellos y sin él, el mundo se pone gris, los ruidos lastiman y todo pierde sentido.

Es una sensación que sólo ha sentido alguien que realmente fue lastimado, alguien a quien han dejado herido y moribundo. No soy la única, hay más, y sé que pasará, pero el dolor a cada minuto es agudo e insoportable. Duele.

Mi mudanza se retrasó por mal clima, tampoco he ido a trabajar porque me he resfriado peor que la última vez. Pero hoy, he decidido hacerlo, quiero cortar los lazos que pueda, quiero alejarme de su honda magnética. Aún tengo gravados sus besos en mi cabeza, en mi rostro, siento su delicioso aliento sobre mi piel, y no me había sentido tan entera y contenida como en sus brazos en aquél sofá. Ojalá la vida se arreglara así, con palabras y versos bonitos, con perdones y disculpas. Aún no sé qué me depara, siento miedo y no sé de qué. Y aunque no quiera asumirlo, siento que he sido dura con él, creo que las cosas no debían quedar tan así.

—July, se me hace tarde, ¿segura que pueden? —Asiento y beso la mejilla de mi hermano.

Luego de la visita de Ethan, tuve que volver con mi hermano, Ethan no dejaba de escribirme, llamarme y hasta tenía miedo que vuelva al apartamento. Así que luego que lo bloqueé, tomé a Vainilla y un poco de ropa, y volví a casa de Tobías. En el camino me agarró la lluvia y así quedé.

Hoy temo volver al apartamento, no sé por qué tengo miedo de ver a Et, es como si tuviese miedo de mí misma y la flaqueza de mi propia voluntad. En resumen: de mi poca palabra. Por eso Jane me acompañará, juntaremos algunas cosas, también mi cama y vendré aquí. El señor del camión ya nos espera en el lugar.

Me preocupa comenzar de nuevo, buscar otro apartamento, convencer a Tobías de que me iré. Todo otra vez, es como un círculo vicioso. Y lo peor, es que de todos los planes que tenía cuando volví de la Costa, aún no he concretado ninguno. Salvo por el trabajo, a medias, al que falto por enfermedad y terminan por descontarme los días. Nada ha resultado como yo quería o pretendía, pero es mi responsabilidad, ahí no culparé a nadie. Tendría que haber mirado hacia otro lado, nunca haberlo besado en la fiesta de aniversario de mamá, ni tampoco ir al puerto. Creo que si no me hubiese acercado, Ethan tampoco lo habría hecho.

Y las cosas estarían mejor.

Terminamos de subir la cama, el respaldo y las mesas de noche junto al tocador, también ropa y cosas de necesidad básica. Envié todo lo pesado y la señora que ordena la casa de Tobías lo recibirá. También me llevaré algunas otras tantas pavadas a las cuales me he acostumbrado. Y aunque no pienso volver a vivir aquí, decido dejar todo listo para cuando pueda mudarme a un nuevo apartamento. Me tomé el pequeño atrevimiento de usarlo de depósito, pero Ethan no ha dicho nada, y si sus intenciones son venderlo, pues sin problema sacaré mis cosas.

Sempiterno Caos #3 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora