Capítulo №56

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He llegado al punto en el que nada me emociona, es donde todo se repite una vez más y siempre llego al mismo punto. Me siento una fracasada, soy una fracasada. A través de mi vida he ido dando tumbos y alguien desde el otro lado los atajaba. Como ahora, sin trabajo, sin dinero ni hogar. Me rehusé a regresar con Tobías y a todos los lugares que me ofrecieron hasta que me pusiera "bien", como si subir unos kilos fuese la solución a todo. Pero no pude negarme a la orden de Sharon, ella suele ser dulce y tierna, pero al momento de proponer algo suele ser tenaz y dura como Et. Por momentos cuando la observo me siento un poco nostálgica, porque pienso en él.

—No serás una vagabunda —afirma mientras va abriendo las puertas de las despensas.

Me ha traído a un apartamento de la empresa, es hermoso y nuevo. Tiene un living cocina y comedor integrado, una habitación y un baño, balcón a una avenida y está ubicado en el corazón de la Capital. Dios sabe que me negué, que dije que me iría a una pensión y trabajaría en cualquier lugar, pero entre todos —como si estuviesen confabulados—, me obligaron a hacer esto.

—Por más que te esfuerces así me siento —me quejo—, esto es igual a cuando Et me dió su apartamento.

—No es lo mismo —determina ella, me toma por los hombros y aprieta para que la mire a los ojos—, esto es un lugar vacío, no pagas renta pero sí espensas y servicios, el trabajo que te conseguí te librará de la burocracia y facilitará las cosas, es verdad, pero deberás trabajar y mantenerte, nadie te regalará nada, ¿eso te hace sentir mejor?

—Mucho.

—Bueno, sólo queda que te acomodes. ¿Cómo fue la semana en tu nuevo empleo?

—Muy bien —confieso—, hay pocas personas, mi jefe es buena onda, me pagan más de lo que merezco y no trabajo los sábados, ¿qué más puedo pedir?

—Puedes ponerte bien.

—Estoy bien.

—Avísale a tu cara.

Sacamos las cosas de las cajas y mantenemos el silencio, he traído todo del almacén del edificio donde Et las guardó. Todo fue perfectamente embalado y se conservó genial. Por un momento pensé que cuando iría a buscarlos estarías llenos de moho.

—¿Cómo está Et? —consulto cuando hago una pausa. Sharon baja sus hombros y me mira.

—Está bien, igual que tú, adaptándose a todo.

—¿Dónde está viviendo?

He tratado de averiguarlo, pero nadie dice nada, es como si Et fuese un refugiado político y yo un militar dispuesto a matarlo. Sé que ha estado por ahí, me han llegado comentarios, pero no tuve la dicha de verlo en estas dos semanas.

—No puedo decirlo, July, no porque él me lo haya pedido, sino porque con Ethan respetamos mucho la privacidad del otro, no nos metemos en donde no nos llaman.

—Yo tampoco te llamé y me ayudaste, ¿qué diferencia hay?

—Te ayudo porque te quiero mucho, y porque sé que si no lo hiciera Et estaría muy preocupado por ti.

—¿Él te pidió que hagas todo esto?

—No, él me dijo que no te deje sola, y que te ayude, pero no me dió la indicaciones del trabajo y apartamento, tranquila.

Muerdo mi labio tan ansiosa a tal punto que me lo corto, pero no puedo evitarlo, me siento molesta y tonta. Tomo asiento en el sofá que aún tiene el plástico y tiro mi cabeza hacia atrás, buscando ver el hermoso cielo raso.

—Et desde donde está sabe cómo estoy, que me ayudas, controla todo, pero a él no hay acceso, casi como si fuese una maldita celebridad, ¿por qué hace eso?

Sempiterno Caos #3 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora