Capítulo №15

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No puedo evitar apartar mi mirada de sus labios, de ese pronunciado arco de Cupido. Suspira, su pecho sube y baja y ella no deja de menearse, como si fuese un animal salvaje enjaulado desesperado por soltarse.

—No pensé que ibas a venir —comento iniciando la conversación.

Megan se ha ido, no hizo falta pedirle que se retire. Julieta se encuentra a unos cincuenta centímetros, pero de a poco voy logrando que sean menos.

—Tampoco pensé que lo harías tú —responde sincera. Sin anestesia.

Y no puedo evitarlo, mis hombros se caen. Es decepción combinada con un poco de pérdida de esperanza. De repente siento vacío, y termino por llenarlo con todo el contenido de la copa y tomar otra del mozo que parece seguirme.

—¿Cómo sigue tu mano? —consulta preocupada.

La saco de mi bolsillo y se la muestro. Se impresiona, las rojas costuras me hacen parecer a Frankenstein. Pero se ve bien, completa y lo importante es que nada cambiará.

—Estoy haciendo rehabilitación, me cuesta tener motricidad fina.

—Lo siento tanto, Et —se lamenta pero niego quitándole importancia—, ¿te quedarán marcas?

—Pocas —contesto mirando mi mano y tratando de que le dé el reflejo de la luz. Está demasiado oscuro aquí—, y cuando ya no tenga dolor las tatuaré.

Se me queda viendo y no sabría decir lo que pasa por su mente. Se siente tenso. Hasta que parece que también lo nota y aparta su mirada de la mía.

—No cobraste tu liquidación aún —le recuerdo y asiente cabizbaja—, dijiste que ibas a aceptar el dinero. Lo prometiste.

—Es que no lo he necesitado, lo guardo para mudarme y pagar cosas. Por ahora con el trabajo me alcanza.

—¿Qué trabajo? —consulto con curiosidad.

Que yo sepa ha estado en su casa, tal vez en los últimos días no la he visitado a altas horas de la noche porque estaba cansado u ocupado, mas no supe de ningún trabajo.

—Conseguí un empleo, es muy bueno y trabajo poco —frunce sus labios y se encoge de hombros.

—¿En dónde? —interrumpo impaciente.

Mis esperanzas de que vuelva a la empresa son menores.

—Voy a beber algo —avisa y señala hacia algún lugar.
Cortando el tema.

—Está bien —contesto y sonrío.

Está huyendo de mí y por más que quiera que esté conmigo toda la noche, no quiere. Es evidente. Se aleja, va hasta la mesa y toma una copa, también veo que se queda mirando los bocadillos y se le cruzan los ojos.

—¿Qué te dijo? —consulta Phil a mi lado.

Va y viene como una sombra. Me encojo de hombros y suspiro. También vuelvo a beberme toda la copa de champagne.

—Nada, ni al nivel de un desconocido llego —contesto molesto.

—Relájate, las mujeres son así.

—Por favor —contradigo y niego.

Sigo observándola, por fin se animó a comer y probablemente acabe con toda la mesa. ¿Debería acercarme? ¿La estaría forzando a algo? Cuando la observo y nadie lo nota, no me siento incómodo, pero ahora aquí que ella sabe de mi presencia, no puedo evitar hacerlo. Casi me muerdo la lengua cuando veo a un idiota acercarse a hablarle. No me demoro más de un segundo en caminar hasta ahí, tomo un copa y me interpongo entre ambos.

Sempiterno Caos #3 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora