Capítulo №7

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La aguja entra y sale de mi piel con tanta facilidad que parece mantequilla, mi piel comienza a ponerse roja e irritarse. Después de casi un año, desde la última vez, decidí hacerme otro tatuaje. Los extraño, y aunque duele demasiado por mi anterior lesión, lo soporto.

Elegí hacer un hueso, una costilla saliente de mi tórax. De ahí salen diminutas partículas, algo así como que algo se me sale de adentro. Y lo más extraño, es que lo dibujé estando en un momento bizarro, me levanté a la madrugada y lo hice. En la mañana lo analicé y me di cuenta lo que significaba y definitivamente quería que mi mapa, mi cuerpo, lo tuviese impreso.

—Según tú ¿qué significa? —consulta Lana, está sentada a un lado observando, quise que ella me acompañe, y por más que me siento mal por robarle tiempo con Rossie, necesitaba de mi vieja amiga.

—Se ve como una alucinación de alguien que fuma hierva —comenta Joy, el tatuador, y me hace soltar una carcajada.

—Es —Pienso—, es la representación de algo, de alguien. —Trato de que con esa explicación entienda.

Y parece que lo hace, todos volvemos a prestar atención al diseño, que aunque duele mucho, está quedando genial. Todos los tatuajes deben tener un significado, aunque sea para uno mismo. Y este, es como una liberación, una fractura, un antes y un después en mi vida.

Se hizo de noche y caminamos por avenida Lavalle, bebemos el capuchino asqueroso que Lana ha elegido —que sabe que no me gusta—, y hablamos de la vida. Entre tantas cosas que me vienen pasando en estos últimos días,  no hasta ahora que la vi eligiendo ropa para su bebé, noto que desde mi adolescencia no he avanzado nada, sólo profesionalmente, y cabe aclarar que de nada sirve. Sé que es algo obvio, y nunca me ha molestado, pero perder a July y al bebé me hicieron cuestionarme demasiadas cosas en mi vida. Las que debería haber cuestionado hace siglos.

—¿Qué tal este? —consulta y me muestra un vestido color rosa.

—Se ve como un merengue gigante.

Ríe de mi estupidez y niega lentamente con la cabeza.

—Es el cumpleaños de mamá y quiero ponerle algo lindo a Rossie... —Sigue revolviendo otros después que vio el precio de la etiqueta.

—Si te gusta ese llévalo, se lo regalo a Rossie.

—No hace falta —Se niega y aleja.

Sé que ella y Matt no tienen la vida fácil económicamente, sobretodo porque ella ha dejado su carrera para estar aquí con Matt. Y él trabaja muchísimas horas para mantener su hogar. Lana no se queja, pero yo sé que está acostumbrada a otro tipo de vida, y algo que me agrada es que lo dejó todo por él. Son felices igual, yo tengo dinero y estoy solo, enfermo, infeliz y amargado. El dinero no compra la felicidad.

Antes de seguirla tomo el pequeño vestido color merengue y me acerco. Por detrás se lo pongo al frente y entrego.

—Te lo llevas —ordeno y se gira molesta.

—No estoy comprando para que te sientas en obligación de ponerte en gastos —reclama de brazos cruzados.

—Lo sé, pero no me cuesta nada regalarle algo, es mi ahijada —Le recuerdo y desvío mi vista buscando algo que me guste para agregar.

—Es tu ahijada para que pases tiempo con ella, la visites y participes en su vida, no para que llenes los huecos con bienes material, Connolly.

Me detengo frente al estante de osos de felpa, sé lo que ha querido decir, la elección de palabras y el tono que ha usado. La conozco. De repente me siento mal y avergonzado, su comentario reafirma mis anteriores pensamientos.

Sempiterno Caos #3 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora