Capítulo №41

131 29 3
                                    

Mi comienzo en la cafetería fue de la mejor manera, a excepción de las seis copas de la barra que rompí mientras limpiaba. No me dijeron nada pero creo que me lo descontarán de la paga.

—¿A qué hora sales por el pan? —preguntan a mis espaldas.

No me giro, sé quién es y lo evito. No pensé que iría tan lejos de entrar aquí. Ayer lo vi pasar por la puerta y saludarme a través de la vidriera. Estoy comenzando a asustarme y contemplar decirle a Et que Tomy no deja de estar a mi alrededor, pero eso traería otras consecuencias que no sé calcular.

—Soy un cliente, Julieta. ¿Vas a ignorarme?

Paso el trapo justo donde tiene apoyado los codos y hago que los quite de golpe.

—Se nota que no estás acostumbrada a los halagos...

—¿También quieres joder mi empleo? —inquiero al girarme. Resoplo y me quito los mechones de pelo del rostro que se han caído de la coleta.

—¿Por qué joder? —inquiere y su tono de voz cambia—. ¿Qué otra cosa te he jodido? —consulta y se apoya de brazos cruzados en la barra.

Está serio, y cuando habla así es imposible tratarlo como cuando bromea.

—¿Hace falta que lo explique?

—Pues sí —replica—, soy medio retardado, así me llamas.

—Has jodido mi paz mental —espeto.

—No sé cómo tomarme eso —responde confundido.

—¿Ah no?

—No —Niega—, porque tú también has jodido mi paz mental.

—No estoy bromeando —aclaro y finjo que limpio la reluciente madera.

—Yo tampoco —afirma—. Espero no me culpes de lo que pasó, no tengo la culpa de que hayas tenido problemas con tu peor es nada.

—Basta —advierto.

—Estás furiosa como si te hubiese violado, y la verdad, la que me ha violado eres tú...

—Que te calles —ordeno.

—Rabiosita te ves más bonita —bromea y ríe.

—Si no te vas llamo a mi jefe —amenazo.

Se corre un poco para ver a mis espaldas.

—¿Ése es tu jefe? —pregunta señalando. Me giro apenas y asiento al corroborar que es el señor—. ¿Qué hay, Antonio? —pregunta a modo de saludo.

—Tomy, ¿qué tal muchacho? —contesta mi jefe.

Me cubro el rostro no creyendo esto, es una pesadilla.

—Muy bien —responde risueño—. Espero no te moleste que hable con Julieta.

—Para nada. Mientras haga su trabajo no hay problema.

—¿Cómo es que lo conoces? —inquiero molesta—. ¿Vienes aquí? ¡¿Me sigues?! —grito en un susurro.

—Tranquila —pide y vuelve a reír—, vivo a unas calles. ¿No recuerdas?

—Pero no hace mucho que cambiaste de apartamento... —comento al recordar la vez que estuve ahí con Chris, no era el mismo lugar que cuando desperté. Pero recuerdo a Tomy contar durante la noche que se había mudado.

—No, pero a veces cuando salgo de la librería y voy a buscar a Tadeo vengo a almorzar aquí.

—Oh.

Por suerte entra un proveedor y Antonio lo recibe en el mostrador, yo me quedo a un lado observando y aprendiendo a hacer las cosas. Tomy sigue en el mismo lugar, pide un licuado de frutas y mientras lo bebe no deja de observarme y sonreír.

Sempiterno Caos #3 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora