Capítulo №48

128 28 8
                                    

Cada vez que estoy en esta habitación, no puedo evitar hacerme la misma pregunta: ¿Cuándo arreglará Bill la fisura en su techo? Es una fijación, me distrae, me molesta.

—¿Estás estresado? —consulta Bill y su bolígrafo está listo para escribir.

—No —respondo seguro—. No tengo tiempo de estresarme, no me enojo, no me deprimo, estoy genial. Cansado pero genial.

—¿Tienes miedo?

Esa pregunta ha salido bastante traicionera, me sorprendió y sacó de mi zona de confort. ¿El por qué? Porque hasta ahora me doy cuenta que sí, que tengo miedo.

—¿Miedo de qué exactamente? —contrapregunto.

—Esa pregunta la hago yo, Ethan —regaña—, ahora dime, ¿qué es a lo que me temes?

Suspiro y pienso. La verdad es que mis miedos no son algo que tenga presente todo el tiempo.

—Le tengo miedo al fracaso, miedo a no ser suficiente para Julieta. Y no es como que esté en algún momento extraño donde me rompa la cabeza pensando en esas cosas, no, para nada —aseguro—, esos pensamientos vienen en esos momentos donde la veo ilusionada, planificando, predispuesta a todo, sin miedos ni problemas, y yo, por otro lado, no sé cómo me sentiré mañana, ¿me explico?

—Perfectamente.

—Pretendo estar así y mucho mejor por el resto de mi vida, pero soy impredecible, y no quiero defraudarla, eso me preocupa. Vamos a casarnos, no es como que las cosas se tomen a la ligera, no estamos en tiempo y situación de cometer errores.

—Pero tú sabes lo que debes hacer en momentos en los que no estés bien y para que eso no vuelva a suceder.

—Sí —confirmo—, aislamiento, tranquilidad, y por supuesto hablar cuando esté más calmo. Ella ya lo sabe, no volverá a pasar lo de antes.

Tiene razón, Julieta y yo hemos llegado al límite, nos conocemos mucho, tenemos historia, eso no debería volver a pasar. No soportaría fallarle, no soportaría otra derrota entre nosotros.

—Espero verte en la boda, muero porque la conozcas en persona.

—Por supuesto que ahí estaré. Eres de mis mayores logros, no podría perdérmelo por nada.

***

Aún no me cambio de oficina ni hacemos cambios oficiales con mi padre. Y aunque voy a tener más responsabilidades de las que ya tenía, decidimos dejar el cambio para enero, luego de las fiestas, acontecimientos especiales, nacimientos, cumpleaños, mi casamiento y luna de miel, y todo el estrés del año. Aún falta, pero esto me dará tiempo a acomodarme y que los cambios no sean tan fuertes para mí. Porque sí, todo me estresa más aunque no lo quiera, no quiero someterme a presiones.

—Voy de salida —le aviso a Lilian, mi secretaria.

—Adiós, señor.

En estos últimos días estuve haciendo trabajo de oficina y visita de obras. El final de octubre y principio de noviembre es mi fecha preferida del año, aunque ya hace rato es primavera, recién ahora el frío comienza a irse y se siente la llegada de la época agradable. Este invierno ha sido duro y largo, y lo peor de todo, es que estuvo lleno de cosas feas, sólo las últimas fueron buenas.
Antes de salir paso por la oficina de Sharon, ella ha estado ayudando mucho a July con detalles de la boda y como hace mucho no hablamos, se me ocurre invitarla a cenar mañana en la noche.

—¿Cómo estás, preciosa? —saludo al pasar la puerta.

—Muy bien, ¿y tú?

—Cansado, tanto que no iré al gimnasio, quiero llegar a casa, ducharme y acostarme a descansar, ah, y que Julieta me lleve la merienda a la cama —agrego en broma.

Sempiterno Caos #3 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora