Capítulo №47

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De un tiempo acá, se me ha hecho adictivo respirar, besar y permanecer en la zona del cuello de Et, esa en la que se une la mandíbula y el cuello, justo debajo de su oreja. Eso y tener medio de mi cuerpo sobre el suyo, es costumbre dormir desnudos a pesar de que la primavera ya está en su mejor momento y el frío empezó a irse.

—¿Qué quieres hacer? —consulta Et.

Es de tarde, estamos recostados en el living entre las mantas, descansando de la semana agitada que Et tuvo. Sacamos el tema de la boda, y por más que estoy sumamente emocionada, no deja de resultarme extraño.

—Me gustaría que nos casemos aquí, en la casa —confieso.

Desde el momento en que acepté, la primer imagen que vino a mi mente fue una boda elegante, pero en un lugar bello como éste, amo este lugar, se me hace un cuento de hadas.

—¿No quieres en una iglesia?

—No —respondo—, pero no porque no quiera, es que eres Cristiano y yo Católica, prefiero que sea una ceremonia con juez, ellos van a las bodas que no son religiosas.

—Claro. Me parece bien —acepta Et. Acaricia mi cabeza de tal manera que se me cierran los ojos. No me movería de aquí por nada del mundo—. ¿Qué tan grande la boda? —consulta curioso.

—¿Qué tienes en mente tú? —consulto un poco cohibida.

Yo no tengo trabajo ni dinero, y obviamente no voy a dejar que mi padre se meta en más gastos por mí. Estoy dispuesta a ajustarme a lo que Et quiera. Y por más que tiene dinero, no sé realmente si quiera gastar tanto en una boda, aún me sorprende que Et quiera una boda.

—Si es por el dinero no hay problema, haremos lo que quieras...

—Me leíste la mente —confieso riendo y ocultando mi rostro.

—En serio, decide tú, no entiendo nada de eso, si quieres te ayudo a diagramar, elegir y esas cosas —comenta restándole importancia—, pero el estilo y tamaño de lo que quieras hacer, decide tú. Me da igual una ceremonia con cuatro personas totalmente pequeña a una fiesta con quinientos invitados.

Asiento más tranquila.

—Quiero hacer una gran boda, pero no por despilfarrar, sino por hacer lo que siempre soñé, vestido, flores, banda, mi familia, mis amigos... Ya se me cumplió el sueño de casarme contigo, nada más queda la fiesta.

—Me parece genial —acepta Et y me besa—. Mañana veremos a la empresa que organiza las fiestas de mi padre y le dices lo que quieres.

—No alcanzará el tiempo para todo —Me quejo tomando dimensión del tiempo que queda y todo lo que hay que hacer—. Ni siquiera vi mi vestido.

—Con dinero todo se arregla, Castaña.

—Suenas a John Cage, de “Propuesta indecente”, cuando le ofrecía a Diana el millón por dormir con él —suelto con un poco de gracia.

—Lo recuerdo —comenta riendo, lo he hecho ver la película unas diez veces, me encanta, pago Netflix para verla cuando se me antoja—. ¿Dónde quieres ir a la luna de miel?

Se me eriza la piel de pensar en la luna de miel. Más con esto del tiempo de abstinencia que decidimos tener. En realidad hablamos de hacerlo por una cuestión de ansiedad y espera para la boda. No es por ninguna otra extraña razón, una señora lo comentó, dice que fortalece y da el resultado esperado para esa noche tan especial. Me agradó la idea, pero tener a Ethan desnudo frente a mí todo el tiempo no es fácil, es tan prostituto que vive provocándome.

—Habíamos dicho que nos quedábamos aquí —le recuerdo—, es decir, podemos ir a un hotel la noche de bodas y luego volver a casa —propongo no queriendo abusar de él, y además amo esta casa, es nuestro hogar, por mí no saldría nunca de aquí—. Podemos ir a la casa de la Costa sino...

Sempiterno Caos #3 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora