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Un par de golpes deshicieron el gran silencio que reinaba en mi oficina. Esperé a que aquella persona hablara y diga lo que quiere.
—Capitán Levi —la voz de Petra llamó desde el otro lado de la puerta—. Se ha perdido la cena, ¿Quiere que traiga algo para usted?
Observé por la ventana dándome cuenta de que efectivamente ya había oscurecido. Juraba que hace solo una hora había sido el desayuno al que no asistí, ahora sé que también me perdí las otras dos comidas.
—No, estoy bien —contesté.
—Bien —oí sus pasos alejándose por el pasillo.
Suspiré cansado por todo el trabajo que Erwin envío a mi oficina desde esta mañana. Recargué todo mi peso en el respaldo de la silla pasando una de mis manos por mi rostro con el objetivo de ahuyentar ese cansancio en mis ojos.
Aunque no me importara demasiado perderme de las comidas, sé que si Grace estuviera en el cuartel ya habría entrado con la comida de ambos. Se había ido hace un par de días y su regreso debe de ser pronto. Odiaba tenerla mucho tiempo lejos de mí. Cada día que está lejos e incluso en las expediciones cuando no puedo verla, los peores escenarios aparecen en mi mente atormentándome cómo ha sucedido desde la muerte de Furlan e Isabel. Un temor que aumenta cada segundo lejos de ella, sin mí cerca para asegurarme de que esté a salvo.
Muchas veces he intentado controlar esas emociones y esos pensamientos, pero no podía evitar que fueran más fuertes que yo. Las experiencias que he tenido con la muerte se quedan marcadas en mi mente sin dejarme tranquilo. La primera muerte que presencié fue la de mi madre y luego la de mis amigos. Nada de eso me permite estar tranquilo, mucho menos al saber que incluso dentro de los muros corre peligro de ser atacada por alguno de los tantos imbéciles que hay en las ciudades.
Tomé mi cabeza entre mis manos presionando con fuerza con la esperanza de que todos esos escenarios me dejen de una vez, pero se que la única manera en que se detendrán será cuando me asegure de que está de regreso, sana y a salvo.
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