¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Los recuerdos de su infancia no eran los que una niña de su edad debería de tener. Sus padres habían sido buenos con ella, le enseñaron a tratar con los ladrones de la ciudad y a defenderse de cualquiera que quisiera intentar hacerle algo. Nunca fueron de esas personas que le permitían salir de casa sola, porque solo era una niña y sabían de lo que eran capaces las personas del subterráneo. Su padre tenía un empleo en una taberna que solía ser demasiado concurrida por los hombres que buscaban un momento de diversión, no necesitaban que su madre trabajara porque el dinero que su padre llevaba a casa parecía ser lo suficiente para los tres.
A los doce años salió con sus padres a dar un paseo sin ningún motivo en especial. Yendo de regreso a casa se les acercaron dos hombres que buscaban quitarles el dinero que llevaban con ellos. Vio a su padre pelear, defenderlas contra dos personas mucho más grandes y fuertes que él. Lo vio ser asesinado de la manera más cobarde posible. El sonido hecho por su padre cuando una bala había atravesado su pecho se quedó grabado en su mente, no tuvieron oportunidad de salvarlo, había muerto instantáneamente.
Un año después su madre murió tras haber enfermado de una gripe demasiado fuerte. Desde entonces quedó sola. En un principio temió, pues no sabía como se las iba a arreglar para mantenerse viva, pero al día siguiente de haber quedado huérfana se dio cuenta que la razón por la que sus padres y ella vivían tan bien a pesar de que su padre trabajara en un lugar con mala paga, eso era porque recibían dinero. No estaba segura de la razón, pero cada ciertos meses aparecía un nuevo sobre con el dinero necesario para poder vivir sin tener que trabajar en alguna taberna o algún burdel, los trabajos más comunes para mujeres en la ciudad subterránea. Intentó averiguar la identidad de quién le dejaba aquel dinero, pero nunca tuvo éxito y decidió solamente aceptarlo.
Desde los trece años vivió sola, puso en práctica lo que su padre le había enseñado y aprender otras cosas por su propia cuenta. Pasaba las mañanas en las calles, paseando o comprando cosas que necesitaba, a veces solo se quedaba en casa metida en sus asuntos, ignorando el mundo exterior, aunque eso era algo que hacia incluso si estaba en un lugar público. Se perdía en su mente, pero no le importaba, por tal motivo era ignorante de algunas cosas de la ciudad subterránea. Aquellos que la conocían procuraban protegerla, a pesar de no ser necesario.
Casi dieciocho años cumplidos y cinco desde que tuvo que valerse por sí misma. Muchos de los maleantes de la ciudad intentaban acercársele con malas intenciones, afortunadamente siempre podía enfrentárseles y continuar con la tranquilidad de su vida.
