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— Es un alivio que todo haya salido como lo planeamos —habló Erwin de pie a mi lado observando a lo lejos a Historia rodeada por un grupo de personas que agradecen por haber terminado con el asqueroso titán en el que se convirtió su padre.
— Sí, podrá ser la Reina ahora.
— Habría preferido a alguien más apto para el título, pero no tenemos opción —admitió dirigiendo su mirada a mi—. Hace tiempo que no nos vemos.
Desvié mi mirada de la suya, con timidez. Desde la última misión en la que él terminó sin un brazo, no lo ví hasta ahora. Supe por Hange que había perdido el brazo, pero no me atrevi a visitarlo porque me sentía de alguna u otra forma la culpable de que dos haya sucedido.
— Sí.
— Cuando estaba en recuperación me preguntaba cuando irías a visitarme —sonrió débilmente.
— Lo siento, solo esperaba a que descansaras un poco y... —pensé en qué decir—. Lo siento, fue mi culpa.
— Yo no te culpo. Fue algo necesario para salvar a Eren y para salvarte a ti —puso su mano sobre mi hombro obligándome a mirarlo—. Lo volvería a hacer por mi subordinada.
— Gracias —vi a Levi acercándose a nosotros con Hange.
— Además, si no te rescataba, él me habría asesinado —bromeó en voz baja, lo cual falló porque lo escucho.
— Lo habría hecho —contestó.
— ¿Qué sigue ahora? —pregunté.
— Lo primero es la coronación de Historia, con ella en el poder tendremos ciertas ventajas —asentí.
— Habrá ciertos cambios, así que espero contar con tu apoyo —se dirigió a mi.
— Descuida, seguiré siendo tu mano derecha por mucho tiempo —Levi arqueó una de sus cejas y negó con una pequeña sonrisa burlona.
Pensé en lo que acabo de decir con mi estúpida boca.
— ¡Ay, no! —me apresuré a negar—. No me refería a que... Bueno, es que es una extraña coincidencia, pero yo no me refería a eso... Me refería a que... Bueno, es que tu mano.. Lo siento.
