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La ciudad subterránea era ese lugar dentro de los muros donde siempre parecía ser de noche a pesar de ser lo contrario. El ambiente ahí solía sentirse (en su mayoría) tosco y peligroso, muy diferente a la vida que llevaban las personas en la superficie. Ellos podían disfrutar de un aire más fresco, del espectáculo del amanecer, realizar su rutina con la luz natural, apreciar el atardecer y quedar maravillados con el cielo cubierto de estrellas que domina en las noches. Las personas de la ciudad subterránea solo veían tierra si miraban hacia arriba, nada que llamara su verdadera atención ni que los motivara.
Algunos contaban con "la fortuna" de tener la compañía de sus familias, el apoyo emocional y al mismo tiempo económico que volvía un poco más sencilla la vida ahí abajo, pero otros tenían que arreglárselas solos desde muy temprana edad.
Kuchel Ackerman, era una mujer que durante mucho tiempo estuvo huyendo de aquellos que buscaban a los de dicho clan con el solo objetivo de asesinarlos o entregarlos a quienes ofrecían recompensa por sus cabezas. Debido a eso, terminó en la ciudad subterránea tomando el empleo de prostituta en un burdel clandestino, cambiando su nombre para mantenerse oculta y viva. A pesar de no querer hacerlo, era su única opción, la mejor para poder ganar dinero, tener un lugar en el cual vivir y no morir de hambre.
Por algunos años estuvo trabajando a costa de su cuerpo sin ningún problema en aquel lugar liderado por su estúpido jefe, pero no siempre iba a ser sin inconvenientes. Supo que estaba embarazada tras los malestares de los primeros meses, no tenía ni idea de quién de todos aquellos clientes era el padre del bebé que esperaba, pero no le importó y pese a cualquier cosa, decidió tenerlo ella sola.
Esa había sido, en su opinión, la mejor decisión que había tomado en toda su vida.
Fueron algunos meses difíciles. Su hermano (a quien recién había vuelto a ver después de tanto tiempo) de vez en cuando la visitaba para asegurarse de que estuviera bien, él sabía sobre el embarazo, se le había hecho una tontería que su hermana quisiera tenerlo a toda costa, ya que la persecución que sufre la familia por el simple hecho de ser Ackerman's mostraba señales de no querer detenerse y su hermana no aceptó la opción que él había dado de no concebir al bebé.
Fue el 25 de Diciembre de ese año cuando nació su hijo. Había elegido un buen nombre para él, uno que sin duda le había fascinado; Levi. Un niño con el cabello oscuro y los ojos de color azul grisáceo, por quien Kenny había sentido pena en cuanto supo que iba en camino. Nacer en un mundo cruel dónde solo tendría una vida de "mierda" no era lo que un niño mereciera. Kuchel por su parte estaba feliz de tenerlo con ella, su única compañía y la única razón por la cual vivir. Su nacimiento se había convertido en el momento más importante de su vida, tenía con ella a su hijo, al fin después de tanta espera y no se limitó a mostrar su felicidad. Con tomarlo entre sus brazos por primera vez sus ojos soltaron lágrimas de felicidad.
