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—¡Ahí estás! —saludó con una enorme sonrisa.
—Te ves bien —halagué mientras me siento en la silla junto a su cama.
—Estoy mucho mejor, ahora ya puedo volver a comer lo que quiera —informó emocionada.
—Sí, eso lo noté ayer después de la ceremonia de nombramiento.
—Tenia mucha hambre, cuando alguien se enferma le dan poca comida.
— Debió de ser un infierno para ti.
—Lo fue, ¿Me trajiste algo? —preguntó con los ojos entornados. Ella olfateó un poco y luego de acercó mucho más.
—Si —admití, intentar tomarle el pelo es imposible cuando se trata de comida—. Toma —le entregué la bolsa de papel con la comida que compré algunos minutos antes de que viniera.
—¡Gracias! No he comido nada —abrió la bolsa inhalando el olor de lo que contiene—. Huele delicioso —susurró a punto de babear.
La puerta volvió a abrirse, está vez pasaron el resto del grupo de adolescentes escandalosos. Ellos parecían estar muy animados, pero en cuanto se dieron cuenta de mi presencia en la habitación, la mayoría de ellos tomó una actitud más seria y un tanto nerviosa. Connie fue la excepción, de inmediato se acercó a Sasha a preguntarle cómo se sentía, ignorando a sus compañeros.
—¿Qué sucede con ustedes?
—N-nada —Eren fue el primero de ellos en hablar.
—Yo quería agradecerte —el rubio dio un paso al frente—. Por lo que hiciste ayer en la ceremonia —sabia claramente a lo que se refería, a ese "accidente" con Floch.
Antes de tal evento nos debíamos de reunir en el salón donde se llevaría a cabo para asegurarnos de que estábamos todos (los pocos que sobrevivimos). Cuando entré fue inevitable oír los gritos que se daban Floch y Eren respecto a los sucesos de aquel día. Ambos estaban discutiendo sobre la decisión de a quien revivieron. El rubio solo los escuchaba oculto detrás de su amigo y claramente afectado por las cosas que Floch decía sin importarle que uno de los que hablaban estaba ahí.
—Floch tiene razón, debieron elegir a Erwin.
Todos sus amigos se sorprendieron al oírlo, sobre todo aquellos que recibieron palizas al abogar para que fuera él quien viviera. Al ver qué ninguno decía algo para defenderlo decidí que era un buen momento para intervenir.
