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—Señorita Grace —Ian se acercó a dónde estamos todos reunidos alrededor de Annie—. ¿Puede venir un momento?
—Claro —le di una mirada rápida a Hange antes de ir con él.
Llevamos algunas horas en este lugar, Mike se había ido hace mucho para encontrarse con los que se quedaron en el castillo, aquellos que no fueron parte de este plan y que entre ellos están Sasha y Connie.
—¿Qué sucede?
—Parece que nadie se ha percatado por todo lo que ha ocurrido en la ciudad—se refirió al caos y muertes que la pelea de Eren y Annie provocaron—. Pero... Debe de ver esto.
Señaló hacia arriba, al muro. Seguí aquella dirección sin entender que es a lo que se refiere y por qué esa expresión confundida en su rostro. Cuando me di cuenta quedé igual o más sorprendida que él. Las dudas comenzaron a llegar a mi cabeza en busca de una respuesta lógica para lo que estoy viendo, pero nada puede explicarlo.
—Titan —musité apenas pude emitir sonido alguno.
La muralla fue afectada en un punto por la pelea y el intento de huir de Annie, en un inicio había sido un pequeño agujero, el cual al parecer fue creciendo en estas horas hasta ser tan grande como para dejar a la luz aquella cosa. Ese gran hueco permite que podamos ver lo que hay dentro de los muros, nos deja ver a un titán... Uno de muchos, tal vez.
—No puede ser —miré hacia donde están los demás.
Algunos están cubriendo a Annie con una manta para trasladarla hasta el lugar donde la tendremos bajo custodia.
—¡Hange!
Grité llamando su atención de inmediato. Ella se acercó corriendo.
—Tenemos un problema —le señalé con la cabeza.
Ella, al igual que todos los que ahora se percataban quedaron sorprendidos, nerviosos y tal vez un poco temerosos y con justa razón. Esto era algo que jamás habríamos imaginado ninguno de nosotros, tal vez es algo que ni Hange habría imaginado en sus peores momentos.
Alguien me golpeó el hombro al pasar junto a mi y poder llegar a mi compañera.
—Pastor Nick.
—Que no le dé... ¡Que no le dé la luz del sol a ese Titan! —gritó agitado por tanto correr.
