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Caminé por las calles soltando un bostezo por el sueño que comienzo a sentir. El día de hoy había despertado antes de lo que suelo hacerlo y el anochecer debe de estar cerca porque estoy sintiéndome cansada. Detuve mis pasos mirando a mis espaldas en espera de encontrar a alguien que pueda estar cerca, pero no hay nadie ahí.
Desde que salí me sentía observada y era la segunda vez en voltear para asegurarme de que nadie estuviera por la cercanía. Cuando llegué, abrí la puerta, encendiendo la luz para poder ver mejor el interior. Todo está lleno de polvo, los trozos de madera siguen en el suelo como aquel día en el que lo rompí y no muy lejos de eso hay unos sobres sin abrir cubiertos de polvo.
Hace un año que había abandonado está casa para ir a vivir con Levi, un mes después comencé a recibir cartas que parecen ser escritas por uno de los dos responsables de mi existir, no he abierto ninguna de ella en este tiempo, ni siento curiosidad por saber lo que contienen. En el suelo está el dinero con otra carta, con esas dos palabras escritas en una de las caras "Para Grace". Tomé el sobre con el dinero y pateé la carta para dejarla junto a las demás antes de volver a salir de casa ocultando el dinero entre mi ropa.
Me alejé yendo de regreso a casa, cruzando y doblando por las calles para ir por el camino que me lleva de paso a la taberna.
—Grace —saludó Nil con una sonrisa colocando las cosas sobre la barra—. Ve con cuidado.
—Lo haré, nos vemos —dejé el dinero frente a él y tomé la bolsa para salir del lugar.
Empujé la puerta y salí, pero en ese mismo momento sentí algo chocar contra mi cuerpo.
—Lo siento —se disculpó la persona que casi provoca que soltara la comida.
Levanté la mirada para ver al responsable. Una chica joven, quizá quince años, de cabellos largo y oscuro me estaba viendo de forma fija, con unos grandes ojos azules que me examinan con gran detenimiento. Su manera de mirarme era como si ella supiera exactamente quién soy, aunque yo en mi vida la había visto. Su apariencia y su ropa me dejaron desconcertada, ella no parece pertenecer a esta ciudad, nadie de aquí tendría un vestido o zapatos tan nuevos como los suyos, y mucho menos tendría una apariencia tan sana y una piel con ese tono diferente que la delata dejando más que en claro que ella recibe los rayos del sol natural.
