Capítulo treinta y siete

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La frialdad la sentía traspasar su cuerpo, eran como hilos de hielo enriquecedor que recorría por todo su organismo erizándolo y estremeciéndolo, pero no se alejaba, no podía hacerlo, aquel frío lo sentía seguro de lo que afuera pasaba, se sentía mejor que estar entre cuatro paredes que te resguardaban de una guerra que ocurría en el exterior. Pero un aroma contrario a la frialdad lo hacía hasta perder el conocimiento y zambullirse en un mar de sensaciones tan abrumadoras y a la vez tan necesarias en su cuerpo, aquel aroma lo llevaba a un bosque con el olor de aquella fogata tan iluminada por las llamas rojas, se sentía a salvo y protegido.

Elevó su mano hasta tocarlo, tocar aquel hielo tan rico y olerlo más de cerca aquella llama tan ardiente, más anhelante de estos. La piel se calentaba con el calor de su tacto, y se restregaba en el como un gato en busca de mimos en su pelaje, unos besos recorrieron su palma y unos dedos fríos se escabulleron entre los suyos buscando entrelazarse y obtener su calor, cada acción hecha tan delicadamente que se sentía como las alas de una mariposa, delicado y dichoso.

Respiró entrecortadamente cuando movió sus dedos para obtener más de sus caricias, quería más de él, mucho más. Se aproximó y su cara se escondió en su pecho, buscando protección, estaba asustado, era como un cachorro tratando de esconderse del monstruo imaginario que lo perseguía, recuerdos se acumulaban en su cabeza, memorias que se fueron cuando su calor se mezcló con el frío que lo protegió.

-Yoongi- gimió necesitado frotando su nariz contra la piel de su pecho, buscándolo.

Las manos frías se pasaron por su espalda, mimándolo, dándole caricias frías y tan calientes que le encantaban y más se arrimaba al cuerpo.

-Shhh ya nada te va a dañar- aquella voz fue como su canción de cuna, grave y al mismo tiempo le relajaba hasta hacerlo volver a los sueños, abrazándolo- Duerme que estoy aquí- y sus sentidos se apagaron dejándolo a la merced de aquel vampiro dueño de todo lo que a su alrededor prevalecía.

✞ ✞ ✞

Con lentitud abrió sus ojos que brillaron por la luz blanca de la luna que se colaba por la ventana. Con pereza se levantó y se estiró hasta que los huesos de su espalda cedieron, bostezó y miró su cuerpo encontrándolo sano de las heridas de las cuales no tenía una memoria de confianza, ningún recuerdo después del ataque aparecía, era como si su mente se hubiera bloqueado no dejándole visualizarlo. Sacudió la cabeza, después se concentraría en ello y se fijó en la habitación hasta encontrar algo interesante, muy interesante.

-Maldito hijo de puta- susurró al recordar las paredes, aquel armario, la vitrina, la cama, las colchas...

Recordó otra cosa.

-¡Espera! ¿Acaso esta parte del castillo no debía de estar destruida?- preguntó como si la cama o el propio armario le respondería- Cosas de vampiros, ¡Agh!- gruñó cruzándose de brazos mientras sus ojos se posaban en un conjunto peculiar que estaba muy bien tendido sobre los pies de la cama.

Se sacó las sábanas que estaban sobre su cuerpo y se acercó hasta los ropajes elevándolos sobre su cabeza, analizándolos y olisqueándolos.

Era bien raro, un traje de un color tan negro que brillaba aunque fuera de madrugada, tenía vuelos blancos en las mangas, una abertura en el centro mostrando donde se supone que el pecho debe de estar y sus pantalones eran de un cuero tan extraño que parecía mas el cielo oscuro, en el suelo botas oscuras de gran finura y altas hacían el juego.

-Si el cree que me voy a poner esto, está muy equivocado- y tiro el traje hacía quien sabe dónde-Pero estas si me las voy a poner- tomó el hermoso calzado y con un poco de esfuerzo hizo que sus pies cupieran-Son incomodas, pero sirven.

✞𝑊𝑖𝑡𝑐ℎ 𝐶𝑟𝑦𝑠𝑡𝑎𝑙✞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora