Capítulo veintitres

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-!Por favor sálvalo!- le suplicó desde el suelo con grandes gotas de agua recorriendo sus mejillas rojas del llanto- Eres el único que puede hacerlo.

-A ver, ¿qué ganaría yo por salvarlo?- preguntó encogiéndose de hombros en su lugar mirando al chico frente suyo lloriquear como un bebé.

-Emm... Me quedaré contigo, seré... seré tu esclavo- le dijo con un poco de duda en cada una de sus palabras.

-Yo no necesito ningún esclavo-informó y presenció como la expresión del muchacho se volvía mucho más decaída, como más gotas de agua se acumulaban en sus ojos y como sus labios temblaban para dar paso a más sollozos, más lloriqueos que lo tenían hasta la médula.

Así fue, el llanto como el de un cachorro se escuchó por todo el bosque oscuro y brillante al mismo tiempo por las luciérnagas y el sol que se colaba por las hojas de los árboles. El chico se acercó y abrazó con esmero una de sus piernas, se parecía a los humanos diminutos que había visto hace un tiempo atrás, pero este era mucho más grande y no era humano.

-¡Porfa, por favor! Porfis- la última palabra fue dicha en un tono muy agudo y acompañada de unos ojos mirándolo con súplica y algo dentro suyo latió.

Oh oh, esto no era bueno.

-Suelta-suéltame- habló moviendo el pie preso de los brazos del chico que parecía mono ahí colgado.

-¡No! Hasta que me aceptes como tú esclavo y lo cures- demandó con un berrinche incluido.

Dio un suspiro de cansancio al cielo, no tenia la suficiente paciencia para este tipo de cosas.

-Bien lo haré

-¡Yupi!- el chico cambio de repente su estado de ánimo y dio una salto de felicidad y al mismo tiempo enseñaba una sonrisa muy adorable en su rostro- Si no sabes dónde es te puedo decir- agregó con mucha diversión en cada una de sus palabras.

Me arrepentiré de esto, estoy seguro, pensó el otro viendo como el muchacho saltaba y hacía bailes ridículos.

-Solo cállate y quédate aquí, ni se te ocurra moverte, volveré dentro de unos minutos- ordenó y tras eso vio como el chico asentía con demasía.

-¡Si Señor!- gritó con fuerza y con la misma se sentó en la tierra con el torso erguido, los pies cruzados uno encima de otro y las manos sobre sus rodillas, una pose firme.

Ya se estaba arrepintiendo.

Y antes de cambiar de opinión desapareció con un humo azulado que se desvaneció en el ambiente.

¿Por qué lo acepto?

¡Ahg! Ni siquiera sabía.

Pero ya que, el plan era fácil: entrar, buscar a la persona, curarlo con su poder y después volver a su casita bien comodita y dormir como un tronco.

Relajante y facilitó, pensó.

Se estaba olvidando de algo, eso estaba más claro que el agua.

Mientras pensaba en la comodidad de su hogar, le llegó un aroma muy conocido además de un llamado extraño, de un momento a otro su magia se descontrolo por completo haciéndolo casi perder el control de su viaje y así dejándose visualizar.

Cuando unos árboles y hermosos arbustos se presentaron frente a él se dio cuenta que estaba a la vista. Miró a su alrededor, estaba en un pequeño y acogedor bosque de pinos, su olor lo delataba además de los árboles y tras eso notó como una pequeña luz azulada lo señalaba, la siguió con sus ojo hasta toparse entre los pocos árboles que estaban a su vista, pudo ver un jardín y un pequeño riachuelo cristalino, bastante agradable el ambiente excepto, la persona que lo miraba como si fuera un bicho raro y eso que conoció muchos en su vida, había unos que tenían antenas y cuando te lo encontrabas ellos volaban para atacarte, los humanos le llamaban cucaracha, el los llamaba soldados feos y diminutos.

✞𝑊𝑖𝑡𝑐ℎ 𝐶𝑟𝑦𝑠𝑡𝑎𝑙✞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora