✞𝑊𝑖𝑡𝑐ℎ 𝐶𝑟𝑦𝑠𝑡𝑎𝑙✞

Capítulo cuarenta y nueve

Advertencia: Escenas fuertes y violencia explícita.

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-Mi señor, está es la lista de invitados para la ceremonia.

Yoongi tomó aquel papel lleno de nombres y lo reviso con su vista, comprobando cada uno y aprobándola con el mover de su mano hacía el sirviente que esperaba la respuesta. El chico al obtenerla sacó un pequeño pergamino de papel negro con detalles en rojo y dorado.

-Está sería la invitación para cada reino- apuntó el sirviente alcanzándosela al primer vampiro.

Este desplegó la invitación para mirar su contenido.

El papel brillaba al son de cualquier luz aunque fuese la mas pequeña, en sus esquinas los colores dorado y rojo se mezclaban y en el centro se mostraba el texto que recibiría cada invitado junto a su nombre en la parte más baja. Aquel pergamino llevaba en su material un hechizo, un encantamiento de las arena del tiempo, un poder que se activará y volverá la invitación en polvo si no es abierta en el tiempo previsto, además aquella hoja era el único boleto para poder entrar al castillo principal por medio de su magia.

-Envía las invitaciones a cada reino- ordenó cerrando el pergamino y entregándoselo al muchacho que asentía a lo que decía.

Cada uno de los reinos y sus gobernantes debían de asistir a la gran ceremonia antes del atardecer. El primer vampiro suspiro, no quería tenerlos allí y menos a Natalia, pero era la tradición y como primera boda debía de dar el ejemplo mostrando a su pareja al mundo nocturno y en especial a los gobernantes.

-Si señor, ¿alguna otra cosa necesita?-los ojos negros del rey se encontraron con los del pobre chico que con rapidez bajo la vista hasta el suelo, daba miedo mirar al señor.

-Si... quiero que me traigas a los sastres.

El sirviente tembló de miedo por la voz grave utilizada por el rey y sus ojos rojos como la sangre mirándole.

-Claro mi señor- reverenció el chico y con rapidez se dirigió hasta la puerta de la oficina del primer vampiro y poder salir, debía de encontrar a los hermanos.

Yoongi al sentir y observar como la entrada se cerró apretó los puños, la bestia dentro suyo estaba intranquila, nada la hacía dormir, ni siquiera el aroma de Jungkook lo hacía, ese gigantesco monstruo en el interior de su cuerpo rugía y gruñía dejando relucir sus grandes colmillos amenazando a todo que estuviera cerca de Kook.

Desde aquel día cuando sus alamas se conectaron en medio del bosque, cuando su bestia había reclamado al lobo a los ojos de los dioses en el cielo, algo cambio, una llama que parecía invisible en su interior comenzó a consumir todo cuanto tocase su fuego, la bestia había despertado por completo y ahora quería, lo quería, quería tener a Jungkook.

Protegerlo, amarlo y matar a todo el que se le acerque las veces que sean necesarias.

-Mi señor nos buscaba- las voces de los hermanos lo sacaron de sus memorias y razonamientos.

La bestia tomó el control, el primer vampiro le dejó.

-Por supuesto, necesito hablar un tema muy importante con ustedes. ¿Podrían cerrar las puertas?- pidió apuntando las mencionadas.

Los vampiros se miraron entre sí con confusión. La voz del rey no era la normal, esta era grave y hasta casi demoniaca, pareciera como si de sus propias cuerdas vocales podría salir el propio fuego ardiente del infierno. Con lentitud uno de los hermanos se acercó hasta la entrada y la cerró mientras sus manos temblaban.

Cuando su tacto ya no estaba en la madera de lo que conformaba la puerta, hilos de sombra crearon cadenas rodeando toda la puerta de un brillo blanco y rojo escalofriante, haciéndolos soltar chillidos por tan repentina aparición. Estas les impedía hasta tocarlas, el poder que soltaban de su material desconocido, podía hasta derretir la piel más fuerte con solo estar cerca del calor que creaban.