✞𝑊𝑖𝑡𝑐ℎ 𝐶𝑟𝑦𝑠𝑡𝑎𝑙✞

Capítulo cincuenta y seis

Sus dedos tocaron aquella luz que parecía más la de una estrella tratando de hacerse notar entre las demás. La piel de su mano se erizo por completo, sentía como si estuviera entrando en las aguas de un lago en la época más fría del año, pero en ningún momento dejó de adentrarse a él, como si lo necesitara para vivir aunque sufriera en el camino.

Después de sus brazos le siguieron sus otras extremidades hasta ser uno con aquella luz que a la vez comparaba con las aguas cristalinas heladas y siendo lo que más anhelaba su alma. Sus ojos se mantenían cerrados mientras que a sus espaldas aquel líquido se evaporaba y las luces se esfumaban, haciéndolo sentir murmullos, cantares, musicas; todo tipo de ruidos en un solo lugar.

Parpadeo una vez que su mente sintió la curiosidad de saber, de ver lo que a su alrededor pasaba.

Un hermoso bosque fue aquel paisaje que se presentó a sus pupilas que con extrañeza lo miraban. Los árboles parecían uno con las galaxias que creaba el cielo, sus ramas se movían al son de las auroras que se desplazaban hasta llegar arriba donde se supone que debería de estar sol o luna; las hojas de cada uno de los árboles brillaban como si fueran luciérnagas encadenas a su madera.

Un vista colorida y a la vez inefable.

-¿Donde estoy?- susurró impresionado mientras caminaba entre los árboles que parecían gigantes por cómo su tronco y raíz sobresalían de la tierra.

Desde muy lejos, a millas de aquel lugar donde el lobo miraba con curiosidad lo que le rodeaba y se preguntaba millones de cosas, ella sentía.

Ella lo miraba por medio de su único ojo.

-Lo siento

Tomó entre sus dedos aquella flor que renacía de las destrucciones y brillaba en las oscuridades de su desgracia y condena maldita e impuesta. Con delicadeza la arranco del suelo y con sus labios dejó un pequeño beso en los pétalos de esta.

-Vuela entre los atardeceres mi flor sobreviviente, mira con ayuda de los amaneceres hija de mis redenciones. Ve y cambia las pruebas que desde los tiempos de su mandato fueron creadas, hazle saber a esa criatura ignorante lo que a su destino le depara- cantó a la flor que con cada palabra brillaba y se volvía destellos para irse entre las brisas- Por favor muéstrale el camino de sus sueños y la ubicación de las verdades.

Y el último destello se fue de sus manos para volar entre las grandes destrucciones de un mundo que antes fue felicidad y amor.

-Jeon Jungkook, alfa de manada y salvador de la creación; cumplir tu misión es el objetivo por el que fuiste entregado a Dios.

Los vientos tomaron rumbo traspasando portales y cielos, surcaron las aguas de los mares y volaron sobre islas sin descubrir. Pasaron tormentas furiosas y bosques frondosos hasta llegar a su destino, y observar desde arriba la cúpula perdida, el escudo invisible de la tierra recóndita. Sin tener ojos ni oídos sintieron el alma de su objetivo, caminar entre los árboles extraviado.

Jungkook no sabía a donde dirigirse, se sentía frustrado y fuera de lugar. El bosque no tenía fin y todo era igualito, los árboles parecían gemelos, todos tenían las mismas ramas en los mismos lugares.

Antes le parecía fascinante el paisaje, ahora es muy repetitivo y algo aburrido.

-Donde quieren que encuentre las pruebas si no me dicen- suspiro y se tiro sobre el césped.

Una cosa que había averiguado en sus largos minutos allí era que el pasto no picaba, estaban hecho de algodón. Le encantaba, recostado podría coger uno de los más ricos sueños.

Acostado boca arriba volteo su cara hasta uno de los árboles y lo miró.

-Si este lugar es mágico, ¿por qué no me dan una señal? Una maldita señal, no es mucho pedir.