Capítulo cincuenta

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La sangre cubría cada pared, cada parte del suelo, restos caían asquerosamente desde el techo manchando mas la cueva de lo que antes estaba. Ojos rojos entre oscuridades le observaban y después se dirigían hasta los cuerpos descuartizados de lo que una vez fueron un ser con vida.

Pero entre tanta destrucción y fluidos desparramados por todos lados, una luz iluminaba una esquina de la cueva, una bella luz blanca hacía que aquel traje se iluminara, tan blanco con detalles en oro, aquella tela que colgaba de los hombros de piel de oso blanco, aquel traje hecho de encaje tan delicado y transparente donde mostraría los brazos y el pecho, pantalones de algodón suave que se amoldarían a los muslos de su dueño, zapatos de un cuero dorado desconocido, y en la cabeza se mostraría una corona de ramas con flores doradas bañadas con luz.

Representaba el bien, la luz, la pureza y el día.

Aquel conjunto era lo más precioso que hubiese visto en toda su larga y eterna vida, y en su mente las imágenes de su esposo con aquellas telas sobre su piel tan divina se reproducían, hasta las más bellas de las criaturas le tendría envidia.

-Es precioso-dijo el Rey y las sombras se despegaron mostrando más de los cadaveres en lo más profundo de aquella cueva-Pero es una lástima que el tiempo haya terminado muy pronto para sus creadores- agitó su muñeca y las sombras se movieron desde el suelo consumiendo con su negro color el rojo de la sangre, las pieles descuartizadas y los ojos fuera de sus cavidades, limpiando todo lo que tocasen.

Yoongi ni se inmutó al ver como restos se iban en los agujeros que creaban con su poder. Solo sus ojos brillaban con el traje de bodas de su esposo.

-Solo falta algo- susurró cuando los suelos quedaron limpios y las paredes sin mancha, como si nunca la muerte hubiera estado pintada en ellas.

Elevó sus dedos creando hilos de su magia y las sombras contentas se removían creando un remolino a un costado del traje tan blanco. Rayos rojos se entrometían entre las sombras y nubes de tormentas dejaban caer su lluvia de maldad y tras eso el primer vampiro hizo puño su mano y toda magia desapareció mostrándolo.

Mostrando su propio traje de bodas, tan bello y terrorífico a la vez; hecho de escamas de los animales más peligrosos en la tierra y pieles de los más inocentes, de telas rojas procedentes de la sangre de criaturas engañadas, de colores oscuros de las noches robadas sin estrella alguna, rubíes en su corona donde en su interior se oían los gritos de piedad de traidores a esta; cada hilo de aquel ropaje se desprendía la maldad, el aroma de la muerte y el poder.

Representaba la fuerza y la oscuridad, pero no la noche, representaba su reino y su magia.

La bestia en su interior abría sus fauces con felicidad al observar los dos trajes, al mirar sus diferencias y su precioso contraste entre los dos.

Yoongi llamó a sus mascotas de terrorífica forma con el mover sutil de sus manos, y sin decir alguna palabra ellas tomaron el traje blanco con delicadeza, como si cargaran entre sus garras una luz de cristal fino, mientras que al mismo tiempo las otras consumían su propio traje hasta volverse uno con la tela y hacerlo desaparecer entre las sombras de la cueva.

El rey movió sus dedos volteándose a su vez junto a la criatura que lo seguía y la cueva desapareció mostrando su cuarto, lugar donde su bello esposo dormitaba sin miedo a nada.

Yoongi tomó el traje de las garras del monstruo haciendo que tal demonio desapareciera volviendo a su lugar: las sombras. El primer vampiro sin dejar de observar a su pareja colocó el ropaje en aquel maniquí que con su magia apareció y junto con este una nota se escribió con una caligrafía perfecta y a lo que su mente llegaba.

✞𝑊𝑖𝑡𝑐ℎ 𝐶𝑟𝑦𝑠𝑡𝑎𝑙✞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora