Quisiera comprender esa sensación, en la que el mundo hace ruido y nada se descompone, no es disociación, es algo que va más lejos. La no afectación.
¿Cómo es que algunos lo tienen tan sencillo? Quizá es el lo que me hace falta, no afectarme.
El arte de vivir se reduce siempre a lo más finito, lo más simple. Y eso es algo que yo nunca podré alcanzar. Tal parece que esa es la enfermedad entonces; el no poder decir cuando algo solo es un objeto, una sustancia, una situación y cuando es el manifiesto firme de todo lo habido y por haber desde el día número 0.
¿Cómo podría tomarme el día del evento, el big bang, solo como un suceso y no como una declaración? Quisiera que no me afectara en lo más mínimo tener una solo arista en común.
Es una afirmación. Cómo puedo comparar cerebros cuando solo conozco el mío.
Y se afecta, nos afecta al cuerpo completo, los huesos, la carne, las pequeñas estrías entre uno y otro.
Ya me canse de intentar superar este momento histórico en el que estoy viva, es tragedioso solo con el guiñar un ojo frente al espejo de mi consciencia.
No puedo siquiera sostener el foco de la narrativa, estoy afectada.
Afectada incluso por el timbrido en mis oídos que aparece cuando me doy cuenta de que estoy viviendo, con un montón de gente a la que ni siquiera le corresponde mi persona.
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Los síntomas de la existencia: Diario.
Non-FictionPensamientos de un humano en crisis