A veces siento ganas de que un auto golpee mi cabeza, y tengo que conformarme con los rudos golpes de la puerta que solo me hacen estar más consciente.
A veces deseo que un auto golpee mi cabeza, nunca he deseado que azote a los demás, todos tienen miedo a que un auto golpee su cabeza. Yo ya no.
A veces quisiera que un auto golpeara mi cabeza, que se apagara el mundo por dos o tres días, que la tensión del carro se implantara en mi cuerpo y que mi cerebro no pudiera procesarlo.
A veces me pregunto si algunas cosas se resolverían cuando un auto se estrelle en mi cabeza o si ni siquiera eso calmaría las cosas.
Cuando espero que un auto golpee mi cabeza, no es egoísmo el que habla, es el amor que tengo a mi familia el que aparece.
A veces presiento que me golpeará un auto en la cabeza. Pero sé que no.
Y mi familia seguirá un poco rota.
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Los síntomas de la existencia: Diario.
Non-FictionPensamientos de un humano en crisis