Intentando dejarlo simple, me puse a buscar la razón al sentimiento; leí libros, montones de archivos psicológicos en el ordenador.
Una y mil veces llegue a creer que ya con la cabeza fría no tendría otra opción más que dejarte ir mediante la práctica de la lógica.
Jamás había conocido en un espacio donde conviviera el error y el conocimiento tan bien difuminados, porque quizá me haga el duelo más fácil no hacerme preguntas vagas.
Pero eso no apacigua el fuego que hay dentro con la incertidumbre de la nostalgia.
La osadía que es desanonarme de mí, ni amarte me costó tanto como observarme.
Y lo entiendo ya, quizá por la madurez, necesitas un justificante tanto como yo te necesito a ti.
Por suerte, como individuo conozco el dolor cruel que permite la lejanía, por lo que no pienso negarte tu necesidad básica de sobrevivir a tu manera.
Hoy día no entiendo las tonterías que digo e incluso pienso, eres el obstáculo del razonamiento, los sentimientos son instintivos y yo ya no puedo con la vida.