Estimado master de la manipulación:
Me comunico contigo llena de rabia, coraje y realización solamente para mentarte la madre, que por supuesto que tendrá algo que ver con tu muy mala educación y ausente terapia.
Me encuentro dudosa aun de si esta carta llegara a tus manos, sin embargo, no podría estar más feliz que nunca de haberme dado cuenta del hilo negro de la burbuja de añicos que me has llamado hogar.
Te voy a decir algo. Algo porque tal parece que aún no te queda claro, y espero que mis palabras sean tan groseras como tu crianza lo ha sido para mí, que te desgarre hasta el último aliento de alma verme pronunciar todo lo que has hecho mal, justo así como lo has tú hecho conmigo.
Te lo voy a decir a ti, que ni con más de cuarenta años te cabe en la cabeza. Te lo voy a decir yo, que con mis escasos veinte años me ha servido para dejarlo claro. Y te lo diré porque yo no soy egoísta y me gusta compartir lo que conozco, no como tu viejo necio, arrogante, orgulloso.
No tienes ni puta idea de lo que es el amor.
Eso que haces cuando te echas a hablar de ti mismo, los enredos imaginarios que tu yo crea al abrir la boca, se llama chantaje. Y nada tiene que ver con el amor.
Eso a lo que te dedicas cuando te pones de rodillas al clamar perdón tiene que ver con la manipulación directa. Y nada tiene que ver con el amor.
Viejo anciano, grotesco, nada de lo que llamas amor es amor, confundes conceptos con el alago, el egocentrismo, la necesidad de lo narcisista, el miedo, el repugnante chantaje y más.
Llenas tu boca de barbaridades, de mentiras que vas compartiendo gratuitamente por el mundo como si predijeses la palabra de Dios. Me engañaste veinte años, creí cuando me decías que me amabas, cuando lo único que me decías es que soy objeto de tu propia realización.
Apuesto que por eso te ha de molestar tanto que no sea de tu provecho, de tu utilidad, tener una hija defectuosa, dañada, herida. Pues adivina que, esto es lo que has provocado con tu insistencia por mantener las apariencias, lo que te ganas con gritarme que estoy tontita.
Pero te lo digo yo, que vivo contigo y que detecto tu trastorno narcisista, para que no te quedes ahí con tu termino erróneo. Que te quede claro que no se puede vivir así, engañado.
Suelta la palabra, así como me has aventado las llaves en pleno ataque; acéptalo, estamos jodidos los dos, y cada centavo de terapia te cueste como me ha costado vivir contigo, causante de cada uno de mis manos.
Dilo como es, carajo, no te justifiques, te reto a que digas todo lo que ya se sabe, que digas suicidio tres veces seguidas mientras me sostienes la mirada, sin llorar y asumiendo que gran parte del peso vocal eres tú. Dilo como es, carajo, psiquiatra, no doctor; trastorno depresivo; trastorno de ansiedad; trastorno del sueño; trastorno alimenticio; alucinación.
Dilo como es, carajo, revisa lo que tienes en casa antes de pararte a decir que alguien está mal de su "cabecita", porque apuesto que tu ego es tan grande que te comes el cuento de que tu cerebro es superior, jugoso de sabiduría, solo mentiras retienes en tu vacío cráneo: te engañas para cuidar tu fantasía.
No me volverás a engañar, master de la manipulación, repugnante señor proveedor, todo lo sé, todo lo puedo. Puedo captar que cada muestra de afecto ha sido solo para nutrir tus ideas megalómanas y te digo que no más.
Y te voy a pedir que no me vuelvas a decir que me amas, no me denigres tan feo, que tú no sabes nada de lo que es amor.
Atentamente.
Esta chiquilla que has manipulado y dentro de su trastorno todavía puede asegurarte que te ama.
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Los síntomas de la existencia: Diario.
Non-FictionPensamientos de un humano en crisis