"Cuando la noche se torne carmesí, la unión del líquido vital del poseedor de la técnica maldita perfecta del clan Kamo con el del heredero de los Seis Ojos del clan Gojo, traerá consigo al ser más poderoso jamás visto en el mundo, ningún hechicero...
"Te amo todo el día, te amaré siempre. Estoy tan enamorado de ti, gracias por enseñarme cómo amar. Quédate a mi lado"
—Monsta X
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Satoru—
Mis sentidos estaban abrumados, cada paso que daba me dolía como el infierno pero mi prioridad era llevar a mi Tsu a un lugar seguro donde pudieran revisarla puesto que se veía mucho más grave que lo que yo debería estar. En mis brazos reposaba el cuerpo sin vida de la mocosa... Amanai Riko estaba muerta y era claro que habíamos fallado en la misión, hice pagar a ese bastardo por lo que hizo pero eso no quitaba el hecho de que ahora mismo me estaba sintiendo miserable por no haber sido capaz de proteger a Tsu en una situación tan peligrosa como esta.
Mi hermosa Tsuki estaba prendada a mi brazo dando pasos lentos y temblorosos, en momentos debía cargarla también a ella para que siguiéramos avanzando, el camino se sintió eterno y solo rogaba por encontrar a alguien que pudiera atenderla como era debido. Podía escucharla llorar en silencio, Tsu siempre se había mostrado fuerte a pesar de cualquier circunstancia, ella era especial por ser un pilar emocional en mi vida y me dolía mucho verla en ese estado, quería abrazarla y decirle que todo estaría bien a partir de ahora, yo me encargaría de protegerla hasta el fin del mundo.
Por eso cuando llegamos a nuestro destino pude sentir un alivio momentáneo, sin embargo al ver quienes estaban esperándonos a parte del viejo Yaga, Suguru y Shoko me sentí enfermo. Eran un montón de ancianos pertenecientes al consejo que contrató al bastardo que mató a la niña que ahora llevaba en brazos, todos ellos comenzaron a aplaudir como si la acción de asesinar a alguien tan joven fuera un triunfo el cual celebrar. Sentí náuseas y asco, no había otra forma de describirlo, ellos vitoreaban y nos felicitaban por haber permitido que la mataran; mi corazón se estrujó al escuchar a la mujer de mi vida estar llorando con más intensidad
—¡Magnífico! — celebraban los imbéciles simios ancianos como si nada — ¡Muy buen trabajo!
—¿Quieren que mate a estos tipos?— cuestioné finalmente, Tsuki se tensó a mi lado y aferró más su pequeña mano a mi brazo, quería protegerla de todo daño— Ahora mismo no sentiría nada al hacerlo — Suguru frente mío tenía una mirada melancólica y llena de ira al mismo tiempo, él negó viéndose preocupado por Tsu y observando a su vez el cuerpo que reposaba sobre mis brazos cubierto solo por una manta blanca ahora manchada con restos de mi sangre, la suya y por supuesto de Tsu quien había tenido contacto con esta un par de veces para evitar que la tela cayera al suelo
—Ellos no valen la pena— pronunció Suguru caminando hacia nosotros y tomando a la niña de mis brazos, con la vista me indicó que había alguien que necesitaba más de las pocas fuerzas que me quedaban
