"Cuando la noche se torne carmesí, la unión del líquido vital del poseedor de la técnica maldita perfecta del clan Kamo con el del heredero de los Seis Ojos del clan Gojo, traerá consigo al ser más poderoso jamás visto en el mundo, ningún hechicero...
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Tsuki—
Tres semanas y media desde que Itadori fue aceptado en la academia de hechicería y tres exactas desde que Nobara se unió a la fila de estudiantes. Los chicos habían logrado adaptarse bastante bien al ritmo que conllevaba ser un estudiante de hechicería y aunque a Megimi no le gustaba admitirlo, se que esos dos se volvieron una parte importante en su vida en muchos aspectos.
Satoru y yo habíamos intentado guiarlos por un buen camino, los tres escuchaban bastante bien nuestras peticiones y tenían ese hambre por crecer lo suficiente para convertirse en grandes rivales a vencer… los dos tratamos de que siempre, por lo menos uno de nosotros se quedara a supervisarles, principalmente por Yuuji ya que al ser el recipiente de Sukuna fue bastante difícil que los peces gordos tan siquiera me permitieran andar libremente por la escuela, por lo que siempre teníamos un ojo sobre él para evitar accidentes. Sin embargo, hubo una semana en específico donde mi esposo y yo fuimos solicitados en el extranjero, no podíamos negarnos porque fuera de Japón los hechiceros eran muy escasos, enfrentarse a maldiciones de alto nivel conllevaba un riesgo importante a quedarse sin sus mejores defensores, por lo que recurrían a llamarnos para ayudarles a exorcizar sin mayores complicaciones.
Yo estaba en Rusia mientras Satoru se encontraba en América Central, aún recuerdo el sentimiento terrible que me embargó cuando Megumi me llamó al borde del llanto diciendo que Itadori había muerto frente suyo por causa de un suicidio provocado por Sukuna.
Mi chico estaba devastado y era difícil reconfortarlo si su amigo murió literalmente frente suyo y no pudo hacer nada al respecto, terminé con toda la misión lo más pronto que pude y arribé al primer avión de vuelta a Japón ese mismo día. Al llegar permanecí con Megs más de medio día, él trataba de ser fuerte frente a los demás pero en el fondo seguía siendo solo un niño que aún no estaba acostumbrado a vivir estas cosas… ni siquiera yo a mi edad podía sobrellevar una perdida así, aún me resultaba de lo más difícil. No supe cuántas horas permanecí parcialmente recostada en su cama mientras él lloraba abrazándome y pidiéndome que no lo dejara solo...
Shoko solicitó mi presencia en la sala de autopsias junto con la de Satoru, ella quería discutir unas cuantas cosas antes de comenzar con su trabajo y realmente lo entendía. Megumi pareció recomponerse cuando le di una muy extensa charla sobre la muerte y el luto que le dábamos a los mismos que se iban, él prometió volverse tan fuerte para ser capaz de proteger a los suyos su espíritu siempre había sido el de alguien animoso en ese sentido y no pude evitar darle ese empujoncito que necesitaba.
Cuando por fin logré que se mantuviera más tranquilo pude salir de su habitación, dirigirme al anfiteatro y encontrarme ahí con mi amado no era el mejor de los escenarios, sin embargo Toru permanecía tan tranquilo como siempre. Nada más me vio ingresar a la habitación comenzó a moverse como loco hasta que sentí todo su cuerpo rodearme y alzarme entre sus brazos fuertes ocultos bajo esa chaqueta del uniforme
