"Cuando la noche se torne carmesí, la unión del líquido vital del poseedor de la técnica maldita perfecta del clan Kamo con el del heredero de los Seis Ojos del clan Gojo, traerá consigo al ser más poderoso jamás visto en el mundo, ningún hechicero...
"Cuando tengas un momento difícil, puedes decírmelo. Yo me siento de la misma manera No importa cuanto lo trates de ocultar."
—Seventeen
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Tsuki—
L
a sala tenía una tensión palpable en el aire, tanta era la densidad de ese sentir que mi propio cuerpo me estaba haciendo reaccionar en estado de alerta, como si en cualquier momento viniera un ataque hacia nosotros, incluso estaba mareada. Todos nos encontrábamos sentados alrededor de la mesa a la mitad de la habitación para escuchar lo que el profe Yaga e Ijichi tenían que decir sobre Suguru; Satoru y yo permanecimos pegados a la pared completamente silenciosos y con la cabeza gacha, podía sentir como las miradas de las personas que iban entrando a la habitación se posaban sobre nosotros, lo que sin duda trajo algo de tensión a nuestros hombros, no por el hecho de que intentasen "intimidar" sino porque cualquier movimiento o comentario en falso haría que sacaramos nuestros sentimientos y podía ser de una forma no tan agradable.
Nuestras manos estaban unidas en un agarre que nos proporcionaba seguridad a ambos mientras Ieri permanecía un poco más adelante de nosotros y se notaba abrumada por la situación. Fue difícil darle la noticia, pero siempre habíamos sido los tres después de lo que ocurrió con Suguru y ella merecía estar aquí para escuchar lo que sea que fuesen a decirnos al respecto.
—He aquí el informe de la situación señores. Geto Suguru es un brujo de clase especial que controla espíritus malditos — Ijichi hablaba con precaución, sabía que si decía algo fuera de lugar Satoru sería el primero en hacérselo saber y eso no nos convenía a ninguno por las consecuencias que podría traer si mi esposo se enojaba al grado de no poder controlarse — Es capaz de atraer y controlar maldiciones de origen natural — en el pizarrón varias fotos de Suguru permanecían pegadas para que los que no supieran a ciencia cierta sobre la situación se enteraran, ya fuera sobre su apariencia o meramente sobre su técnica maldita. El pulgar de Satoru acariciaba mi mano con movimientos lentos, los dos parecíamos niños regañados pegados a la pared mientras el resto permanecía en posturas perfectas alrededor de la mesa— Fundó sectas para recolectar maldiciones de sus seguidores, aún debería poseer sus antiguas maldiciones y dado a que ha habido reportes de menos maldiciones estos últimos años, podríamos suponer que es posible que posea dos mil de ellas en su poder — cada palabra que pronunciaba Ijichi era como un puñal abriendo la herida una y otra vez, había tantos factores en la situación que me tenían al borde del colapso. Suguru terminó así y no dejaba de culparme por ello, no quería que el estado de Satoru empeorara tampoco, esto era muy difícil
— Pero estadísticamente, la mayoría ha de ser de segunda categoría o menor — interrumpió el profe Yaga, no debíamos confiarnos de eso dado que Suguru era muy astuto, aunque era obvio que lo decía otra evitar de alguna forma un resultado fatal, todo era peor aún porque nuestro amigo no sólo era ágil con las maldiciones, Geto sabía pelear tan bien que dejaría a más de la mitad de los presentes en esta sala medio muertos, sino es que a todos a excepción de Satoru y yo— Y siendo generosos, no puede haber más de cincuenta brujos
