Capitulo 31:

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Narra Roberta:
Nunca antes en mi vida había experimentado una sensación como esa. Era como una mezcla de miedo, sorpresa, bronca y frustración. Tenía ganas de gritar y matar a golpes a Paula, pero también sabía muy bien que no podía moverme porque parecía como si mi cuerpo no estuviera respondiendo a las órdenes de mi cerebro.

Diego se aclaró la garganta, mientras intentaba verse más fuerte y más seguro de lo que en verdad estaba. Y sé que por dentro, se sentía igual o peor que yo.

Diego: Señor, nosotros en realidad..
Roberta: No. (lo interrumpí) Eso es mentira.

El me miró completamente sorprendido. Estaba a punto de decir la verdad, y como nunca, era yo la que decidía que no debían saberlo.

No sé qué me pasó, y tampoco sé por qué salté así de la nada, a decir que era todo una mentira. Cualquiera hubiera esperado que aprovechara el momento para aclararlo todo y ver qué pasaba, "jugármela" como todo el mundo dice, pero creo que esa vez el miedo fue mucho más fuerte.

Paula, por su parte, me miraba como si no pudiera creer que dentro de un cuerpo tan pequeño como el mio pudieran haber tantas mentiras.
Rápidamente se paró, y me miró con ojos amenazadores.

Paula: ¿Por qué no dejas de mentir, Roberta?
Roberta: ¿Por qué vos no te dejas de mentir y te vas de mi casa?
Paula: Porque yo no miento.
Martin: Basta. Basta las dos. Quiero escuchar a Diego.
Roberta: Papá ya te dije que..
Alma: Roberta.
Roberta: Está bien..

Giré y miré a Diego, él era quién peor la estaba pasando para este momento, porque se estaba jugando todo. Su relación conmigo, y su puesto de trabajo.

Diego: Yo.. no tengo ninguna relación con Roberta.
Martin: No me gustaría enterarme de que es una gran mentira, si?
Diego: No.. no es mentira.

El casi no podía mirarlo a la cara. Porque estaba mintiendo, y porque mi papá tenía esa cosa rara en los ojos que lo hacía ver terriblemente aterrador.

Por dentro, yo me estaba cuestionando si había hecho bien o mal en inventar toda esa mentira. Cuando mi papá pronunció la palabra "mentira", simplemente supe que había metido la para hasta el fondo.

Roberta: Papá..
Martin: (me miró) Qué pasa hija?
Roberta: Quiero que hablemos, pero quiero que esta (señalé a Paula) se vaya..
Alma: Nora, acompaña a la chica, por favor..

A Paula no le quedó más opción que salir de mi casa acompañada por Nora, claro que sin dejar de mirarme con odio y bronca.
No era mi culpa, yo no la mandé a meterse así dentro de mi casa, ella fue porque quiso.

Martin: ¿Qué querías decirme, Roberta?
Alma: Antes que nada, queríamos pedirles disculpas por el mal momento, no sé en qué estábamos pensando cuando le creímos a esta chica..

Diego me miró a penas mi mamá terminó de hablar, directo a los ojos. Creo que los dos estábamos pasando por lo mismo internamente. Ambos nos sentíamos mal por mentirles así como así en sus caras.

Martin: ¿No van a aceptar las disculpas?
Roberta: No.. (murmuré)
Alma: Bueno, hija no fue para tanto..
Roberta: Lo que pasa es que no hay nada que disculpar. (sentí los ojos de los tres sobre mi) Porque Diego y yo.. si somos pareja.

Por dentro fue como un "listo, lo dije".
Mis padres estaba realmente confundidos, porque primero se los negaba y luego los confirmaba, y por las caras que tenían, claramente no sabían qué decir.

Martin: Es un chiste, no?
Roberta: No, papá.
Martin: Pero me acabas de decir como una loca que era todo invento de tu compañera de clases..
Roberta: Yo.. no quería..
Diego: Señor. (mi papá lo miró) Yo, de verdad quiero a su hija.
Martin: ¿Cómo podes decir eso? Sos un tipo grande, y mi hija es una nena que todavía ni siquiera terminó la secundaria! (medio gritó)
Alma: (lo agarró del brazo) Cálmate Martin, por favor..
Martin: No me puedo calmar.
Diego: Por favor, tiene que intentar entender..
Martin: ¿Sabes lo que entiendo? Que sos un maldito abusador! Y que nunca debí dejarte solo con mi hija..
Roberta: Papá! (grité) No hagas esto..
Martin: Vos no podes decir nada, sos una nena Roberta, no tenes idea de la vida.
Roberta: No soy una nena!
Martin: Si, si lo sos. (miró a Diego) ¿Sabías que puedo denunciarte, no?
Roberta: No, papá por favor te lo pido. (miré a mi mamá, pidiéndole ayuda a gritos con la mirada) Intenta entender. El... estuvo conmigo mucho tiempo, nos conocimos mucho y nos enamoramos, simplemente nos enamoramos. No importa mi edad, eso es realmente insignificante. Y no me trates como si fuera una idiota que no sabe nada, que no puede opinar..
Martin: No sos una idiota. Sos chica.
Diego: Creo que es momento de que me escuche a mi. (mi papá lo miró) A mi no me importa perder el trabajo, si quiere écheme, pero con eso no va a hacer que yo deje de querer a su hija. Sé que está enojado, por la mentira y por las circunstancias, pero nosotros teníamos pensado decirles toda verdad en el momento justo. No estamos jugando, y yo no estoy usando a su hija ni quiero lastimarla. La quiero de verdad, como nunca imaginé que podía llegar a quererla..
Martin: Quiero que juntes tus cosas y te vayas de mi casa.
Roberta: Papá.. (mis ojos se llenaron de lágrimas)
Martin: A mi no me interesa todo ese cuentito del amor verdadero. Vos tenés 16 años, Roberta, y no pienso permitir que tomes una decisión como esta a tan corta edad.
Roberta: (me paré al lado de Diego) Hace y pensá lo que quieras, pero no me vas a poder separar de Diego. Nunca.
Diego: (pasó su brazo por mi cintura) Como ya le dije antes, puede echarme, pero no puede hacer que deje de quererla y que no estemos juntos.
Martin: ¿No les da vergüenza?
Roberta: ¿Por qué tendría que avergonzarme de lo que siento?
Alma: Pareciera que nos lo estás haciendo a propósito, solo para contrariarnos.
Roberta: No estoy haciendo nada a propósito. Bien podría haber seguido con la mentira, pero los estoy enfrentando porque de verdad, quiero que sepan que nos queremos y que no es un juego.
Martin: Agarra tus cosas y te vas, Diego. Después arreglamos todo el tema de la paga, pero quiero que te vayas y no vuelvas.

Le iba a decir algo, no sé, un insulto, lo que fuera, pero Diego me tomó del brazo y negó con la cabeza. Yo lo miré, con los ojos llenos de lágrimas. No sabía que ese momento iba a llegar tan rápido.
Quería besarlo y abrazarlo, pero mis padres estaban ahí, mirándonos, simplemente no era correcto.

Diego: No llores.. (murmuró) Los dos sabíamos que podía pasar..
Roberta: Te estás quedado sin trabajo por mi culpa, Diego..
Diego: Voy a conseguir trabajo en cualquier otro lado, por eso no te preocupes. Y además, vos no tenes la culpa de nada.

La voz de mi papá hizo que volteara otra vez mi cabeza y lo mirara. Nunca antes en mi vida había sentido tantas ganas de borrarlo del mapa. Todas eran sensaciones nuevas.

Martin: Y con respecto a eso de seguir estando junto aunque él se vaya..es claro que no va a ser así.
Roberta: Eso si que no te lo voy a permitir.
Martin: Acá el que te permite y no te permite cosas soy yo!
Roberta: Pero sos una basura papá! no te importan mis sentimientos..
Alma: Roberta, respeta a tu padre.
Diego: Tranquila, Roberta.. (me tomó de la muñeca otra vez, porque yo prácticamente estaba a punto de saltar encima de mi papá)
Roberta: No me tranquilizo nada. (me solté) ¿No te das cuenta de que nos van a separar para siempre?
Diego: Eso no va a pasar..
Martin: Eso si va a pasar.
Diego: Señor..
Martin: Solta a mi hija. (Diego se apartó un poco de mi) Y ahora anda a juntar tus cosas..
Roberta: Papá..
Alma: (se acercó a mi y pasó su brazo por mis hombros) Basta, hija..

Yo levanté la mirada, mientras sentía como esta vez las lágrimas se derramaban por mis mejillas. No quería ni pensar en no volver a ver a Diego nunca más.
El caminó hacia la cocina para salir por la puerta trasera hacia el cuarto de servicio, del fondo. Y yo me quité con brusquedad el brazo de mi mamá de encima, luego, corrí hacia las escaleras.

Martin: Roberta vení para acá!
Roberta: No quiero escucharte!
Martin: Roberta!

No le volví a contestar y terminé metiéndome dentro de mi cuarto a grandes pasos.
Todo mi cuerpo parecía estar temblando por la bronca y la desesperación por no poder hacer nada para evitar que mi papá lo echara.
Con la cara empapada en lágrimas todavía, abrí la ventana de mi cuarto y saqué la mitad de mi cuerpo hacia afuera. No era la primera vez que lo hacía y sabía que no era mucha altura y podía salir ilesa.
Sosteniéndome como pude para evitar caer desde muy arriba, bajé despacio, y ya cuando faltaban uno pocos metros para llegar al suelo, me tiré.
Terminé sentada en el piso, un poco adolorida, pero me levanté rápido y corrí hacia la parte trasera de la casa. Si, exactamente, hacia la habitación de servicio.

Abrí la puerta de un empujón, sin golpear ni nada de eso, y me encontré con Diego metiendo sus cosas dentro de un bolso.
Me acerqué a él, y el corazón se me rompió aún más cuando noté que tenía los ojos humedecidos.

Roberta: Mi amor..
Diego: ¿Qué haces acá Roberta? Tu papá..
Roberta: No me interesa!
Diego: No quiero que empeoremos más las cosas, podría no volverte a ver nunca más.
Roberta: Eso no va a pasar.
Diego: Al menos hasta que seas mayor..
Roberta: No quiero que te vayas.. no quiero dejar de verte.. no quiero..
Diego: Shhh.. (se acercó a mi y tomó mi cara entre sus manos) Te amo..
Roberta: Sabes que yo te amo muchísimo más, Diego..
Diego: ¿Te acordas que te dije que aunque estuvieras en la otra parte del mundo nos íbamos a ver, no?
Roberta: Si. (murmuré)
Diego: Entonces no quiero que llores, y no quiero que te preocupes, porque nosotros dos nos vamos a ver siempre, no importa cuántas trabas nos pongan..

Sonreí, y pegué mis labios a los suyos. Lo besé apasionadamente, mientras rodeaba su cuello con mis brazos, apoyándolos en sus hombros, y él me tomaba de la cintura.
No importaba el esfuerzo que pusieran mis padres en separarnos. Eso simplemente no iba a pasar. Porque así nos separaran físicamente, mentalmente y sentimentalmente, nosotros dos íbamos a seguir estando juntos.
Caminó hacia la puerta, y me acorraló, mientras acariciaba todas las partes de mi cuerpo con sus manos.
Separé mis labios de los suyos solo por unos segundos, para recuperar el oxígeno, y luego volví a besarlo..

Los golpes que alguien le dio a la puerta del otro lado, retumbaron en mi cabeza, y Diego dejó de besarme.
Entonces escuché la voz de mi papá.

Martin: Diego, ya es hora de que te vayas.
Diego: Yo.. ya termino y salgo señor, no se preocupe.
Martin: Te espero adelante.

Después escuché sus pasos, y miré a Diego, con los ojos tristes. Era hora de que se vaya.

Roberta: Me vas a llamar a penas llegues a tu departamento, no?
Diego: Si preciosa, no te preocupes.
Roberta: Te amo mucho..
Diego: Te amo mucho más..

Me besó, pero esta vez el beso fue corto y tierno. Luego dio media vuelta, tomó sus cosas y abrió la puerta.

Me quedé ahí dentro, mirándolo mientras se alejaba. Todo lo que yo temía que pasara había sucedido en un segundo.

Continuará...

Don't Forget MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora