Capitulo 36:

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Narra Roberta:
Abrí los ojos despacio, al mismo tiempo que estiraba los brazos y bostezaba. No estaba muy consciente todavía de donde estaba ni qué había pasado, pero solo era cuestión de despertarme del todo para recuperar mis recuerdos.
Estaba en el sillón de Diego, perfectamente tapada con una frazada que me protegía del frío, así que supuse que él había tenido algo que ver con eso.

Casi en el mismo momento en que yo me estaba despertando, la puerta de entrada se abrió y entró Diego, refregándose las manos con insistencia para quitarse el frío.

Diego: ¿Recién te despertas?
Roberta: ¿Hace mucho estoy durmiendo?
Diego: No.. dos horas como mucho..
Roberta: Ay.. van a matarme.. (murmuré, llevándome una mano a la frente) ¿Y vos de dónde venís?
Diego: ¿Yo? De sacar la basura.
Roberta: ¿La basura? No me mientas, por favor.
Diego: Fui a hablar con Luz.
Roberta: Ahora va a ser peor.
Diego: No, porque yo la puse en su lugar.
Roberta: Corrección. Le diste lugar para que me siga considerando una inútil, una..
Diego: (me interrumpió) ¿Y a vos qué te importa lo que ella considere? Ella no existe, Roberta.
Roberta: Pero a mi me pone mal lo que me dice.
Diego: ¿Voy a tener que volver a darte un discurso como si en lugar de mi novia fueras mi hija?
Roberta: (reí) No, no es necesario..

Me senté, y me quité las sábanas de encima, sintiendo frío enseguida. Amaba ese clima. ¿Calor? El calor es un asco. El frío en cambio, es lo mejor que te puede pasar en la vida.
Al que no parecía agradarle mucho el frío era a Diego, que no paraba de quejarse de que tenía las manos y los pies congelados.

Roberta: Bueno, ya todos sabemos que no te gusta el frío.
Diego: Es que.. se me endurece todo por su culpa.
Roberta: Ah no no, no es culpa del frío que vos no te abrigues, queridito.

El se río, y caminó hacia el sillón donde estaba yo. Se tiró sobre mi, abrazándome, haciéndome cosquillas y besándome cada parte de mi cara.

Diego: ¿Me parece a mi o estás defendiendo más al clima que a tu novio?
Roberta: Es que.. aguante el invierno, Diego.
Diego: Loca.. (murmuró, hundiendo su cabeza en mi cuello)
Roberta: Es una lástima que acá no nieve, mis papás generalmente me llevan durante el verano a Estados Unidos o algún otro lugar en el que esa época del año caiga nieve..
Diego: Vos si que tenes suerte. Yo no conozco ni siquiera el mar.
Roberta: Es broma, verdad?
Diego: No mi amor, si vos sabes lo difícil que fue todo siempre para mi familia y para mi..
Roberta: Pero es que..
Diego: Ya sé que es super raro para la nena que viaja todos los años..
Roberta: (me lo quité de encima con brusquedad) Estás hablándome igual que Luz.
Diego: No.. no lo dije en ese sentido.
Roberta: ¿Entonces?
Diego: Solo quise decir que.. bueno.. es normal que te parezca extraño.
Roberta: ¿Qué te parece si antes de que me vaya, te llevo a conocer el mar?
Diego: ¿Ah si? ¿Y cómo pretendes hacer eso?
Roberta: El dinero es lo de menos.. solo necesitamos el auto, dos días de paz y arrancamos hacia la playa más cercana.
Diego: Tu locura no deja de sorprenderme.
Roberta: Pero te gustó mi idea, si o no?
Diego: Claro que me gustó.

Sonreí. Sinceramente no tenía idea de cómo iba a hacer para zafarme de mis padres pero algo se me iba a ocurrir, y de otro modo, me escaparía y punto. Ya me había mandado muchas macanas, ¿Qué podía pasar con una más?

Diego: Pero..
Roberta: Siempre tenes un pero.
Diego: A ver, preciosa, tenes que entender una cosa.
Roberta: ¿Qué?
Diego: No todo es tan sencillo como vos pretendes verlo. Yo puedo aceptar ir, pero.. no voy a dejar que pagues todo vos. Además, hay temas mucho más complicados e importantes.
Roberta: ¿Cómo cual?
Diego: ¿Y si tus papás me denuncian por llevarte conmigo tan lejos sin su consentimiento? Sabías que pueden acusarme hasta de secuestró porque sos menor de edad, verdad?

Yo moví la cabeza afirmativamente, aunque con ver mi cara bastaba para darse cuenta de que no lo había pensado de ese modo y que si él no me lo decía, posiblemente nunca lo consideraría.

Detestaba esta parte de mi. Tonta, inmadura e irresponsable. Juro que ponía un gran esfuerzo en actuar con total madurez frente a cualquier situación para estar a la altura de él, pero a veces solo.. no me salía.

Diego: ¿Te enojaste?
Roberta: No.. de qué me voy a enojar? Si tenes razón. Pero.. pero no importa, porque algo se me va a ocurrir.
Diego: Tu cabeza nunca descansa.
Roberta: Nunca. (me besó) Pero entonces.. supongamos que el tema de mis padres queda superado, no habría ningún otro inconveniente, verdad?
Diego: Ya te lo dije.
Roberta: Ay no seas así, ¿Qué tiene de malo que por una vez yo me encargue de los gastos?
Diego: No tiene nada de malo. Es solo que no me educaron así, Roberta, no puedo vivir a costa de los demás.
Roberta: Pero es solo por estas mini vacaciones.
Diego: Igual.
Roberta: ¿Por qué sos tan orgulloso? ¿No podes aceptar un regalo que quiere hacerte tu novia?
Diego: Solo voy a aceptar que pongas plata si me dejas pagar a mi la mitad.
Roberta: Pero Diego..
Diego: Tengo lo que me pagaron tus papás, todavía, o bueno, una buena parte.
Roberta: No, porque si te los gastas, después qué vas a hacer?
Diego: Tengo trabajo ahora, o ya te olvidaste?

Asentí, mientras soltaba un suspiro. El creía que me había ganado, pero yo no permitiría que se gastara su dinero en esto. Era un regalo mío para él, así que corría por mi cuenta.
No es como si yo tuviera todo el dinero del mundo, pero.. podía tener lo que quisiera solo con pedirlo. Hasta tenía mi propia cuenta en el banco, para cuando cumpliera los 18, claro.

Diego: ¿Estamos de acuerdo?
Roberta: Estamos de acuerdo. (mentí)

El sonrió, satisfecho, y me besó otra vez. No quería mentirle, pero consolaba diciéndome a mi misma que era un regalo, una sorpresa para él y entonces no debía saberlo.

Diego: Entonces.. ¿Cuánto tiempo nos queda antes de tu viaje?
Roberta: Dos semanas..
Diego: ¿Tan poco tiempo?
Roberta: Si.. (murmuré triste) Tan poco tiempo.
Diego: Bueno no importa (dijo él, con optimismo) Vamos a hacer que estas dos semanas sean bien inolvidables, así cuando vuelvas, todavía vas a tener los recuerdos como si hubieran sido ayer.
Roberta: ¿Sos consciente de que no sé cuándo voy a volver, verdad?
Diego: ¿Cómo que no sabes?
Roberta: Voy a probar suerte.. en un principio quizás sea un mes o dos, pero quizá si tengo suerte después se agregue más tiempo..
Diego: A que.. que bueno.. (dijo, intentando sonar feliz)
Roberta: No tenes que mentirme, sabes? Si te molesta, si te duele, solo tenes que decírmelo.
Diego: Claro que molesta, que duele.. pero.. ¿Qué voy a hacer? Vos tenes derecho a cumplir tus sueños.
Roberta: Que lástima que no pueda llevarte conmigo.. mis padres no lo aceptarían, eso si que no..
Diego: Yo no quiero me lleves con vos. Déjame acá formándome a mi mismo para dejar de depender de trabajos duros..
Roberta: Vos vas a ser muy exitoso, los presiento.
Diego: Y yo presiento que alguien te va a dar un beso, ahora en este mismo momento.

Sus labios capturaron los míos, y una sonrisa se formó en mis labios en medio del beso. Diego hacía que cualquier tristeza se transformara en felicidad, y todo lo malo en algo bueno.

Entonces, sonó el timbre. Diego se levantó y fue a atender, muy relajado. Era extraño que alguien estuviera en su puesta, pero asumimos que seguramente el portero les habría abierto.

Pero del otro lado, estaban las dos personas que yo menos deseaba ver ahí. Mis padres.
Mi papá empujó a Diego a penas él le abrió, metiéndolo dentro del departamento y entrando él también.
Sus ojos cegados por la furia se posaron sobre mi.

Martin: Sabía que ibas a estar acá. Mocosa malcriada!

Me tomó del brazo y me levantó de un tirón, mientras le gritaba cosas horribles a Diego, siempre acusándolo de ser un pervertido por salir conmigo.

Roberta: Espera papá! Yo.. necesitaba hablar con él y entonces..
Martin: Nos mentiste. Y estoy seguro de que todo el tiempo nos mentís.
Diego: Señor yo... puedo explicarle.
Martin: No!! Ya mismo me llevo a mi hija de este lugar y te aseguro que no la vas a ver más!
Roberta: Pero..
Martin: Vos te callas!

(...)

En medio de la noche, salí de mi cama y caminé hacia el cuarto de mis padre, tan sigilosamente como me fue posible.
Abrí la puerta, encendí la luz y esperé a que esta terminara de arruinarles el sueño, hasta despertarlos.

Alma: Hija.. qué haces acá?
Roberta: Nosotros tres tenemos que hablar muy seriamente.
Martin: Son las tres de la mañana y además vos estás castigada!
Roberta: No me importa papá, no me importa! Estoy cansada de que me traten como una nenita.. y tengo un trato para ofrecerles.

No, no estaba loca. Estaba cansada. Punto.

Continuará...

Don't Forget MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora